Capítulo 61
La tormenta de nieve era intensa, con el limpiaparabrisas moviéndose frenéticamente mientras Luna conducía con cautela.
El carro estaba bien caldeado y una suave música resonaba en el aire.
Floriana descansaba en el asiento, con los ojos cerrados, inmersa en un silencio absoluto.
Luna la observaba de vez en cuando.
Aunque no sabía exactamente qué había ocurrido en Villa Encanto, podía sentir que Floriana estaba profundamente herida esta vez.
-¡Piiii! ¡Piiii!
De repente, un claxon sonó desde atrás.
Luna miró por el retrovisor.
Un Maybach negro se acercaba rápidamente hacia ellas.
-¿Ese carro es de Valentín?
Floriana abrió lentamente los ojos, echó un vistazo al espejo retrovisor y frunció el ceño ligeramente.
-Es él.
-¡Nos está haciendo luces! -Luna aceleró. ¿Qué pretende persiguiéndonos?
-No le hagas caso.
-¡Claro que no!
Luna se concentró y empezó a acelerar más.
-¡Sujétate bien! ¡Vamos a acelerar!
La tormenta de nieve era tan fuerte que ir a 60 km/h ya era el límite para las habilidades de conducción de Luna…
Pronto, el Maybach las adelantó.
En medio de las maldiciones de Luna, el Maybach hizo un giro brusco.
Luna abrió los ojos de par en par y pisó el freno con fuerza.
Floriana fue lanzada hacia adelante por la inercia, pero el cinturón de seguridad la mantuvo a
salvo.
Luna se recuperó y miró a Floriana.
-Flori, ¿estás bien? ¿No te pasó nada?
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-Estoy bien -Floriana sacudió la cabeza-. ¿Y tú?
-Yo, yo lo que quiero es maldecir a los antepasados de Valentín por dieciocho generaciones. ¡Voy a salir y romperle su carro…!
No terminó la frase.
Porque al girar la cabeza, vio a Valentín de pie frente al carro.
El limpiaparabrisas seguía moviéndose con locura, pero ni siquiera el parabrisas podía ocultar la presencia imponente del hombre.
Vestido de negro, el borde de su abrigo largo ondeaba en el viento y la nieve, su figura de casi un metro noventa se alzaba como un robusto pino.
La nevada que caía no podía opacar el aura amenazante que emanaba. Su rostro, apuesto y sereno, no dejaba entrever emoción alguna, y sus profundos ojos miraban fijamente hacia Floriana dentro del carro.
Luna tragó saliva y miró a Floriana.
-Flori, yo nunca le he tenido miedo a una pelea, pero si mi oponente es él, creo que la única posibilidad que tengo es pisar a fondo y atropellarlo.
Floriana envolvió la manta con más fuerza alrededor de sí misma.
-Él viene por mí, tú quédate en el carro.
-Pero, ¿y si te lleva?
Floriana se detuvo al abrir la puerta, mirando a Luna con preocupación.
Las dos se miraron por unos segundos, y Floriana esbozó una sonrisa resignada.
-Lulu, deja de leer tantas novelas románticas.
-Está bien…
Abrió la puerta y el viento helado la golpeó de inmediato.
Floriana salió del carro y cerró la puerta, apartando unos mechones de cabello de su rostro.
Valentín la miraba con intensidad.
Floriana se quedó al lado del carro, a unos pasos de él.
El cielo se había oscurecido más, y la tormenta de nieve parecía intensificarse.
Era un clima poco propicio para hablar afuera.
Sin embargo, Floriana sabía que Valentín no se detendría tan fácilmente si la había seguido hasta aquí.
-Valentín, si has venido para convencerme de regresar a cuidar de Rafael, te lo diré claramente: me niego.
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Capitulo 61
Valentín la observaba con una voz grave.
-Rafael solo es un niño y no sabe lo que dice. Todo fueron palabras al calor del momento.
-No eran solo palabras, era la verdad, algo que tú le dijiste: que no soy su mamá.
Valentín se quedó atónito.
-No creo que sea tan importante para Rafael.
Floriana lo miró, su voz se perdió en la tormenta.
-Rafael ha dependido de mí durante cinco años. Mi salida repentina es como un síndrome de abstinencia para él, pero lo superará con el tiempo.
Los labios de Valentín se apretaron en una línea tensa.
La tormenta empeoraba, y aunque solo estaban separados por unos pasos, Valentín sentía que Floriana se desvanecía ante sus ojos.
-¿Así que realmente has decidido romper lazos con Rafael?