Capítulo 67
-¿De quién es este niño? -preguntó Lisandro levantándose, mirando curioso hacia la puerta-. Esto ni siquiera es un edificio residencial, ¿cómo es que hay un niño corriendo por aquí?
-Viene a buscarme.
-¿A ti? -Lisandro giró la cabeza-. ¡Ese niño te llamó mamá! ¿Tú? ¿Estás casada? ¿Y tiene un hijo tan grande?
-Estoy en proceso de divorcio. El niño no está bajo mi cuidado.
Floriana no quería dar más explicaciones ni enfrentarse a Rafael. Ve a decirle que no estoy aquí, no quiero salir.
Antes de que Lisandro pudiera preguntar más, Floriana ya se había dado la vuelta y entrado en el cuarto de restauración.
Parpadeando, con la curiosidad de un espectador, Lisandro se dirigió hacia la puerta principal.
Rafael, al ver que alguien se acercaba, pensó que era Floriana. Pero al ver a Lisandro, la sonrisa que había comenzado a formar desapareció de inmediato.
La puerta de cristal del estudio era automática, pero esos días Floriana y Lisandro pasaban la mayor parte del tiempo en el cuarto de restauración, así que por seguridad, la puerta estaba
cerrada desde dentro.
Lisandro presionó el interruptor y la puerta de cristal se abrió lentamente.
Rafael se quedó en su lugar, levantando ligeramente la cabeza para mirar a Lisandro.
En su mente, comenzó a hacer comparaciones:
Parecía tener la misma altura que su papá, pero aparte de eso, no se parecía en nada.
Su papá solía vestir de negro, a menudo usaba gafas y era muy apuesto, pero también se veía bastante serio.
En cambio, este sujeto… tenía la piel clara, ojos tan bonitos como los de Lulu, y lo más importante, parecía ser mucho más joven que su papá…
Cuanto más comparaba Rafael, más crecía su inquietud.
¿Será que Floriana quería divorciarse de su papá porque él era demasiado viejo?
Lisandro miró a Rafael, quien no decía nada, y frunció ligeramente el ceño. -Hey, chiquillo, ¿a quién buscas?
-¡Busco a mi mamá! -respondió Rafael con el ceño fruncido y una voz potente. ¡Mi mamá se llama Floriana!
-Oh–dijo Lisandro levantando una ceja, indiferente-. Ella no está.
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-¡Mientes! -Rafael lo miró con furia-. ¡No creas que me puedes engañar solo porque soy pequeño! ¡Mi mamá siempre se queda aquí cuando no vuelve a casa!
-¿Cuando no vuelve a casa?
Lisandro se agachó y le pellizcó la mejilla a Rafael. -¿Así que tu mamá no regresa a casa muy seguido? ¿Será que tu papá no la trata bien?
-¡Eso no es cierto! -Rafael apartó la mano de Lisandro-. ¡Mi papá trata muy bien a mi mamá! ¡Mi papá está abajo esperándome! ¡Vino conmigo para llevarla a casa!
Lisandro encontró la situación divertida.
Este chiquillo, aunque joven, parecía tener bastante perspicacia.
Aunque Floriana no le había dicho mucho, por la actitud de ella, Lisandro casi podía asegurar que Floriana no quería tener nada que ver con ese niño.
Miró a Rafael, tratando de encontrar algún rasgo de Floriana en su carita que, siendo honestos, era bastante adorable.
¿No dicen que los hijos se parecen a sus madres?
Parece que los genes del padre de este niño eran muy dominantes.
-Vuelve a casa -dijo Lisandro poniéndose de pie, revolviendo el cabello de Rafael con intenciones traviesas-. Tu mamá ya no te quiere.
-¡Mientes! -Rafael, herido por esas palabras, estalló en furia-. ¡Eres un malvado! ¡Todo es culpa tuya! ¡Si no fuera por ti, mi mamá no me mentiría! ¡Te odio! ¡Te odio!
Rafael, llorando, se lanzó sobre Lisandro, golpeándolo con puños y patadas.
Lisandro: …
Este pequeño mocoso no tenía la fuerza para hacerle daño.
Lo que le sorprendía era cómo Floriana había podido tener un hijo con un carácter tan explosivo.
-Oye, enano, voy a contar hasta tres. Si no te detienes, voy a intervenir.
-¡Devuélveme a mi mamá, devuélvemela!
Lisandro: …
Con los niños tercos no hay razonamientos que valgan.
Lisandro extendió la mano, agarró a Rafael por la parte trasera de su camiseta y lo levantó en
el aire.
En el momento en que sus pies dejaron el suelo, Rafael se quedó sorprendido, pero pronto comenzó a patear y forcejear.
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