Capítulo 73
-Mamá, ¿qué podrías estar ocultándome si eres solo una persona normal y corriente? -dijo Rosa, frunciendo el ceño mientras miraba a Floriana con una mezcla de broma y cariño.
Floriana aún se sentía un poco intranquila. -Mamá, si tienes algo que contarme, no lo guardes para ti sola.
-No te preocupes, hija. Si realmente hubiera algo, serías la primera en saberlo -respondió Rosa con una sonrisa.
-Flori, lo más orgulloso y satisfactorio en mi vida ha sido tener una hija como tú. Sé que no fui capaz de evitar que tuvieras que ir a vivir al campo con tu abuelo desde tan joven, pero estoy agradecida porque él te crió muy bien.
-Mamá, no digas eso -Floriana frunció el ceño-. No tenías otra opción. Aunque me enviaron lejos, venías a verme a escondidas cada mes. Sé que en tu corazón siempre te preocupaste por mí.
Rosa acarició la cabeza de su hija con ternura. -Lo único que deseo ahora es que seas feliz. Sin importar qué decisión tomes, siempre te apoyaré.
Floriana observó a su madre con cierta inquietud en el corazón. -Mamá, no te preocupes. -Apretó la mano de Rosa que acariciaba su mejilla-. Mi negocio va muy bien. Pronto podré comprar una casa cerca del río, con un gran jardín donde podrás plantar todas las flores que quieras. También construiremos un estanque para criar peces… Y si te gusta, podemos tener un perro o un gato. Lo que desees, te lo daré.
Rosa escuchó las palabras de su hija, casi pudiendo imaginar la belleza de esa vida futura. Asintió con una sonrisa para no desilusionar a Floriana. -Flori, lo que dices suena maravilloso. Me dan ganas de que llegue ese momento.
Floriana sintió una oleada de inseguridad inexplicable, así que, siguiendo un impulso, abrazó a su madre y apoyó su cabeza en su hombro. -Mamá, abrázame.
Rosa, sorprendida por el gesto, levantó las manos para abrazarla. -¿Qué pasa? ¿Tan grande y aun así con tantos mimos?
-Aunque tenga ochenta, seguiré siendo tu hija -respondió Floriana con un tono infantil-. Tienes que vivir mucho tiempo para que yo pueda seguir siendo la hija de mamá a los ochenta.
Rosa miró el reflejo en el televisor del salón, donde se veía abrazando a su hija. Sonrió, apretando los labios. -De acuerdo, Flori. Mamá hará un esfuerzo por vivir hasta los cien años.
Al escuchar esto, Floriana sintió que su ansiedad se desvanecía lentamente. Cerró los ojos satisfecha. -Mamá, es tan bueno tenerte aquí.
Rosa acarició la cabeza de Floriana. -Cuando seas mamá, entenderás que aunque parezca que los niños dependen de sus madres, en realidad, la energía que ustedes nos dan es infinita.
1/2
19:26 1
Capitulo 73
El amor y la necesidad que un hijo siente por su madre es la emoción más reconfortante y
cálida del mundo.
Floriana no dijo nada más, agotada por el día, se quedó profundamente dormida en los brazos de su madre.
Rosa bajó la mirada, acariciando el rostro de su hija, sin ocultar el dolor que sentía al verla tan delgada. -Oh, mi niña, has perdido peso…
Al día siguiente, faltaban cuatro días para la celebración. Floriana se aseguró de llevar a Rosa al hospital temprano. Después de acompañarla a sus revisiones diarias y confirmar que todo estaba bien, se sintió tranquila.
Cuando el médico y las enfermeras terminaron la ronda, Ángela llegó al hospital. Floriana se levantó, tomó su bolso y se dispuso a salir.
-Mamá, tengo que irme, tengo trabajo que hacer hoy.
-Está bien, pero no te sobrecargues. Y recuerda comer tus tres comidas, sin importar lo ocupada que estés.
-Lo sé, mamá–respondió Floriana, girándose hacia Ángela-. No estoy segura de si podré venir esta noche, Ángela, te encargo a mi mamá.
212