Capítulo 78
Luna solo necesitó echar un vistazo para que su presión se disparara.
-¿De dónde salió este video? -preguntó, visiblemente alterada.
-Parece que se difundió en un grupo de ricos, pero ahora ya está por toda la red.
Con rapidez, Luna sacó su celular y llamó a Guillermo.
Guillermo contestó casi de inmediato, anticipándose: -Ya viste el video, ¿verdad?
Luna se quedó sorprendida. -¿Tú también lo viste?
-Sí–respondió Guillermo-. Estoy en el estacionamiento subterráneo. Ven directo a la sección
-¡De acuerdo!
Colgó y se dirigió directamente al estacionamiento subterráneo.
Mientras tanto, en una habitación de hospital, Rosa, quien estaba acostada en la cama, abrió
lentamente los ojos.
-Ángela.
Ángela se acercó de inmediato. -Aquí estoy. ¿Cómo te sientes? ¿Quieres un poco de agua?
-Quiero irme a casa.
Ángela frunció el ceño. -¿Cómo vas a irte a casa si todavía estás enferma?
-Faltan solo cuatro días para la celebración. Quiero pasarla en casa.
-Pero tenemos que esperar a que venga la señorita Sagel para discutirlo.
-Solo si regreso, ella volverá a casa.
Rosa se incorporó lentamente, mirando a Ángela con lágrimas en los ojos. -Ángela, todos me lo han estado ocultando, pero tengo cáncer. Si no fuera porque un doctor, Zelaya, lo mencionó sin querer esta mañana, aún no sabría que tengo cáncer.
Ángela se quedó atónita.
Después de un momento, reaccionó. -Así que… ya lo sabes…
-No deberían haberme ocultado esto. No soy tan frágil. Si estoy enferma, pues me trataré. No
se alarmen tanto.
-¿De verdad piensas así? -Ángela examinó a Rosa con detenimiento.
-Llama a Lulu y dile que ya sé sobre la leucemia y que colaboraré en el tratamiento. Pero es tiempo de celebración, así que déjenme regresar a casa para pasar estos días con Flori.
La voz de Rosa era tranquila, como si el diagnóstico no la hubiera afectado en lo más mínimo.
10.27
Capitulo 78
Ángela pensó que tenía razón. Pasar la celebración en un hospital no era muy auspicioso.
Decidida, Ángela llamó a Luna.
Tras escuchar la situación, Luna discutió con Guillermo y decidieron que Rosa podría salir del hospital y pasar unos días en casa, principalmente para mantener su ánimo estable.
En el patio de la familia Sagel, el conflicto con Floriana aún no había terminado.
Isaac, con una fuerza increíble, seguía presionando a Floriana contra el suelo.
Floriana luchaba con todas sus fuerzas, pero no podía evitar que su frente chocara contra el
suelo en varias ocasiones.
En algún momento, su frente se rompió, y la sangre comenzó a gotear por su rostro.
Al ver la sangre, Floriana sintió un escalofrío. No tenía intención de dejar su vida allí.
Cuando Isaac intentó someterla nuevamente, Floriana, con un último esfuerzo, lo empujó con
fuerza.
Isaac, sorprendido, perdió el equilibrio, y el retrato que sostenía cayó al suelo.
-¡Pum!
El cristal del marco se rompió.
-¡Ay!
Joaquina exclamó, golpeando el suelo con su bastón. ¡Qué desgracia! ¡Qué desvergüenza! ¡lsa, recoge el retrato de tu padre!
Isaac, volviendo en sí, recogió rápidamente el retrato de Óscar.
Joaquina, siempre supersticiosa, vio el retrato roto como un mal presagio.
-¡Tráelo, rápido! -apresuró Joaquina.
Isaac subió los escalones y le entregó el retrato a Joaquina.
Joaquína, con lágrimas en los ojos, acarició la foto de su hijo. -El brujo tenía razón, esta chica
es el azote de nuestra familia Sagel. Mientras viva, no tendremos paz.
Al escuchar esto, Isaac frunció el ceño. -Abuela, ¿qué sugieres?
Joaquina miró a Floriana, quien lentamente se levantaba, aún sangrando. En sus ojos brilló una mirada feroz. -¡Suelten al perro del patio trasero!
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