Capítulo 80
-Isaac, en la vida hay que hacer el bien. Quien se dedica a hacer el mal, caminando de noche, fácilmente se encontrará con fantasmas.
Al decir esto, ella lanzó una mirada desdeñosa a Joaquina, que estaba en los escalones, y se dio la vuelta para salir.
-¡Floriana! ¡Te voy a matar!
Isaac, furioso, gritó mientras agarraba una maceta y se lanzó hacia ella, levantándola con la intención de golpearle la cabeza con fuerza.
-ilsa!
–
Joaquina exclamó alarmada, con los ojos bien abiertos, y gritó desesperada: ¡Rápido! ¿Qué están haciendo parados ahí? ¡Deténganlo ya!
Los sirvientes del patio se apresuraron a sujetar a Isaac.
La maceta cayó al suelo, haciendo un fuerte estruendo y dejando todo hecho un desastre.
Floriana se detuvo, miró la maceta rota en el suelo y luego levantó la mirada hacia Isaac, quien la observaba con ojos llenos de rabia y odio.
Ella sonrió con desprecio. -De verdad te pareces mucho a Óscar.
Isaac se quedó congelado.
-Isaac, en tres días vienes a firmar el consentimiento de donación o, de lo contrario, presentaré el informe de lesiones y la grabación para acusarte de intento de asesinato.
-¡Vete al diablo! -gritó Isaac, que seguía siendo sujetado por los sirvientes, mientras lanzaba insultos hacia Floriana-. ¿Crees que con estos trucos vas a poder amenazarme? ¡Te lo digo! ¡Aunque me acuses, no me importa! ¡Ese rasguño y esa grabación barata, crees que la familia Sagel no puede arreglarlo!
-Sí, con esas pruebas es difícil condenarte, pero si sale la noticia de que el presidente del Grupo Sagel está involucrado en un intento de asesinato, dime, con la situación actual del Grupo Sagel, ¿podrán soportarlo?
Isaac se quedó sin palabras.
Joaquina y los demás miembros de la familia Sagel estaban furiosos, insultando a Floriana, pero ninguno se atrevía a confrontarla directamente.
Floriana pensó que en ese momento se veían como verdaderos payasos.
Sus caras eran realmente patéticas.
Floriana desvió la mirada y salió del lugar con paso firme.
La gran puerta de la familia Sagel estaba abierta de par en par.
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Cuando llegó, estaba sola y desamparada, con los malvados disfrutando de su triunfo, cuando se fue, era solitaria y valiente, y nadie se atrevió a detenerla.
El carro blanco avanzaba lentamente por la carretera.
Hasta que se alejó tres kilómetros de la familia Sagel, Floriana comenzó a relajarse y su cuerpo empezó a temblar.
En realidad, no estaba tan tranquila y segura como aparentaba…
La herida en su frente seguía sangrando, y Floriana sentía un fuerte mareo.
Necesitaba ir al hospital.
No podía permitirse quedarse dormida ahí.
En el cruce adelante, las luces del semáforo comenzaron a desdibujarse en su visión.
Floriana sacudió la cabeza, intentando mantenerse despierta, pero su cabeza se sentía cada vez más pesada.
El celular en su bolso vibraba intensamente.
Presionó el freno lentamente.
El carro blanco se detuvo en el cruce cuando la luz roja se encendió.
Con gran esfuerzo, Floriana sacó el celular del bolso, tratando de ver quién la llamaba, pero su visión estaba borrosa.
Estaba demasiado cansada…
En el momento en que deslizó el dedo para contestar, el celular se le escapó de las manos.
Floriana cayó desmayada sobre el volante.
El teléfono, que había caído sobre la alfombra del carro, mostraba en la pantalla de llamada el
nombre de ‘Valentín‘.
-Floriana, ¿dónde estás?
-¿Floriana? ¡Contesta! ¿Floriana?
La voz grave de Valentín, con un toque de urgencia, resonaba claramente en el silencio del
carro.
Pero la única respuesta que recibió fue el irritante sonido de las bocinas de los vehículos detrás…
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