Capítulo 81
Un carro blanco se detuvo bruscamente al lado del camino. La puerta del copiloto se abrió y Luna salió corriendo hacia un carro blanco.
La puerta estaba cerrada con seguro, y Luna golpeaba desesperadamente el cristal de la ventanilla, llamando a gritos, pero Floriana dentro del carro no reaccionaba.
-¡Flori! ¡Flori, despiertate!
Luna vio la sangre en el cuerpo de Floriana y comenzó a llorar de desesperación.
Guillermo se acercó corriendo, tratando de calmarla con suavidad.
-No te preocupes. Muévete un poco más allá, voy a romper la ventana.
Luna se secó las lágrimas rápidamente y se hizo a un lado.
Guillermo usó una herramienta para romper la ventana, metió la mano y abrió la puerta.
Al abrirla, revisó el estado de Floriana.
No muy lejos, un carro negro con las luces de emergencia encendidas estaba detenido al lado del camino.
En el asiento del conductor, Valentín observaba la escena con una expresión impasible, sus ojos oscuros fijos en ellos.
Guillermo sacó a Floriana inconsciente del carro.
-Abre la puerta trasera.
Luna abrió la puerta trasera de inmediato.
-La herida en la frente no es profunda, pero no sé si tiene otras lesiones.
Guillermo colocó a Floriana en el asiento trasero y cerró la puerta.
-Voy a llevarla al hospital. Tú ayuda llevándome el carro de regreso.
Luna asintió.
-Está bien.
Guillermo se subió al asiento del conductor y cerró la puerta.
Pronto, el carro blanco se alejó.
Luna también se apresuró a seguirlos…
Aproximadamente diez minutos después, Floriana fue llevada a la sala de urgencias.
Justo después de que la puerta de la sala se cerró, Luna llegó.
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-¿Cómo está?
-Llamé a Dr. Romeo en el camino, no te preocupes, él está aquí.
Romeo era el mejor cirujano, normalmente solo atendía citas de especialistas. Guillermo había conseguido que viniera con una sola llamada.
Luna se sintió sorprendida y conmovida al mismo tiempo, mirando a Guillermo con gratitud.
-Gracias, Dr. Quijano.
-No hay de qué, Dra. Alarcón. -Guillermo notó los ojos enrojecidos de Luna y suspiró-. Tú y señorita Sagel no son hermanas de sangre, pero se quieren como si lo fueran, es admirable.
Luna asintió.
-Flori es increíble. Me mudé a Arbolada en la preparatoria, y cuando me cambié de escuela, muchos me molestaban. Todos los demás miraban sin hacer nada, pero Flori siempre me defendía.
-No la veas tan delgada, cuando pelea es más fuerte que cualquiera. Claro, también se lastima, pero prefiere salir herida a dejar que me lastimen a mí. No entiendo por qué alguien tan buena como Flori siempre enfrenta injusticias….
Al recordar esto, Luna no pudo evitar llorar nuevamente.
Guillermo no sabía bien cómo consolar a las chicas. Al ver los ojos llorosos de Luna, se sintió conmovido, pero solo pudo decir torpemente:
-No llores.
Luna suspiró.
-Bueno, es cierto, llorar tanto justo antes de las fiestas no es de buena suerte.
Luna se secó las lágrimas, recuperando la compostura.
-Yo me quedo aquí con Flori, Dr. Quijano, usted tiene trabajo, vaya si es necesario.
Justo cuando Guillermo iba a hablar, sonó su celular.
Un paciente había tenido una complicación, y tras colgar, Guillermo se apresuró a atenderlo.
En ese momento, la puerta de la sala de urgencias se abrió y Romeo salió.
-Romeo, ¿cómo está mi amiga?
-Ya le cosimos la herida. No es profunda, pero perdió bastante sangre. Necesita quedarse en observación para descartar una conmoción cerebral. Si no hay, podrá irse a casa a descansar.
Luna respiró aliviada, pero preguntó:
-¿No tiene otras heridas?
-Por ahora no hemos encontrado nada más. Si quieres estar más segura, podemos hacerle
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una revisión completa.
Luna se sintió inquieta.
El embarazo de Floriana era un secreto, y si le hacían una revisión completa, lo descubrirían. Romeo era cercano a Guillermo, y si él lo sabía, Valentín también lo sabría.
-Gracias, Romeo, pero mejor esperemos a que mi amiga despierte para decidir.
Romeo asintió.
-Está bien, cualquier cosa, contáctame.
-Gracias, Romeo.
Luna observó a Romeo irse y suspiró.
Dos intentos de aborto fallidos, ¿será que como dicen los mayores, el destino ya está escrito?
Guillermo salió del quirófano media hora después.
Al llegar a su oficina, se sorprendió al ver a Valentín sentado en el sofá.
-Te llamé varias veces y no contestaste. Ahora apareces de repente aquí, ¿qué estás planeando? No soy Tatiana para que me sorprendas así.
Valentín lo miró con indiferencia, apenas levantando la mirada.
Guillermo cerró la puerta tras él y fue a servir un poco de agua.
-No es por nada, pero, ¿qué estuviste haciendo toda la mañana? ¡Cinco llamadas y ni una contestaste!
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