Capítulo 84
-Lo siento, fue una falta de consideración por mi parte. Solo pensé que si Valentín ayudó al inicio, entonces, conociendo su carácter, él debería ayudar hasta el final -dijo Guillermo, haciendo una pausa antes de continuar-. Señorita Sagel, sé que no es de su estilo involucrarse en relaciones ajenas. Si mis acciones o palabras le han ofendido, le pido disculpas sinceramente.
-Dr. Quijano, no tiene por qué disculparse–respondió Floriana con una leve sonrisa-. Valentín y yo ni siquiera somos amigos. Preferiría que no lo mencionara tanto delante de mí, podría causar malentendidos.
Guillermo asintió, reconociendo su punto. -Tienes razón, lo tendré en cuenta.
Desde el pasillo, un hombre observaba a Floriana a través de la puerta entreabierta. Su rostro, pálido como el papel, estaba cubierto con un grueso vendaje en la frente, lo que provocaba una punzada de compasión. Sin embargo, sus ojos mostraban una frialdad desapasionada al pronunciar esas palabras.
Valentín entrecerró los ojos, frunciendo el ceño mientras la observaba. De pronto, una sonrisa helada apareció en sus labios. Después de un momento, desvió la mirada y se fue.
Una enfermera pasó empujando un carrito con suministros médicos y notó una canasta de frutas sobre el basurero.
-¿Quién tiró una canasta de frutas tan buena?-se preguntó la enfermera, examinando la canasta, que estaba envuelta de manera exquisita y contenía frutas de primera calidad…
Últimamente, Valentín había estado trabajando en un caso complicado de violación a una menor. Los padres de la víctima eran trabajadores migrantes y los agresores, cuatro jóvenes de familias adineradas de la localidad. Este tipo de casos solían ser difíciles debido a las diferencias de clase social.
Durante esos días, Valentín había estado completamente inmerso en el caso. Esa mañana, los padres de la víctima visitaron la oficina legal, denunciando que habían sido amenazados. Valentín los tranquilizó, prometiéndoles que haría todo lo posible para ganar el juicio, y encargó a su asistente que los acompañara de regreso a casa de manera segura.
Justo después de despedir a los padres, recibió una llamada de Guillermo.
-¿Qué pasa? -preguntó Valentín, masajeándose las sienes mientras se acercaba a la ventana. -Estuve pensando toda la noche y creo que deberías ayudar a Isaac con eso. Ya que empezaste, ¿por qué no terminar el trabajo?
Valentín se detuvo y entrecerró los ojos. -Parece que te preocupa mucho Floriana.
-¡Por supuesto! Me preocupo por todos mis pacientes -suspiró Guillermo-, Hazme un favor,
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¿quieres? Creo que la familia Sagel no cederá fácilmente, pero si tú intervienes, seguro que lo harán.
-¿Yo intervenir? -se mofó Valentín-. ¿Floriana te pidió que lo hicieras?
-No, fue idea mía.
-Prefiere ir a la familia Sagel y soportar sus insultos antes que venir a mí. ¿Por qué piensas que aceptaría mi ayuda?
Guillermo se quedó sin palabras.
-Si a Floriana le gusta humillarse, ¿por qué deberías preocuparte tanto? -Valentín respondió con frialdad. Si quiere rogarle a la familia Sagel, que lo haga. Yo no voy a intervenir.
Con esas palabras, Valentín colgó el teléfono. Cerró los ojos y apretó los labios con fuerza. Desde el día anterior, sentía una frustración indescriptible en su pecho.
-Señor Ferrer.
La voz de Pío resonó en la silenciosa oficina. Valentín, molesto por la interrupción, volteó con una mirada penetrante que hizo temblar a Pío.
Pío, sintiendo el frío en su espalda, se apartó rápidamente hacia un lado y señaló hacia la puerta. -Señor Ferrer, esta señora, Rosa Jaramillo, dice que desea visitarlo.
Afuera, Rosa y Ángela estaban de pie con cajas de regalo en las manos. Al ver a Rosa, Valentín se sorprendió.
Rosa entró y miró a Valentín, su voz temblorosa. -Señor Ferrer, ¿acaso Flori fue a buscar a la
amilia Sagel? ¿Por qué tendría que hacerlo?
Valentín señaló a Pío. -Haz que traigan algo de café.
Luego se dirigió a Rosa con voz tranquila. -Por favor, siéntese.
Pero Rosa negó con la cabeza. -Señor Ferrer, solo vine a traer un regalo de Año Nuevo. No me quedaré mucho, pero escuché su conversación. ¿Por qué mencionó que Flori fue a ver a la familia Sagel?
-No se preocupe, primero…
-Valentín, te traje un café americano… -Tatiana entró sonriendo con una taza de café, pero se detuvo al ver a Rosa-, ¿Señora Jaramillo?
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