Capítulo 91
La policía recibió un aviso de un ciudadano preocupado que encontró un celular y un par de zapatos en la orilla del río.
Cuando Floriana y Luna llegaron a la estación de policía, los oficiales estaban revisando las cámaras de seguridad. Una joven agente entregó a Floriana el celular y los zapatos, ambos sellados en una bolsa, para que los identificara.
El celular pertenecía a Rosa. Y los zapatos… eran los mismos que Floriana había comprado junto a su madre en el centro comercial hacía unos días.
Floriana los reconoció, pero negó con la cabeza.
-Esto no es de mi mamá, no es… -dijo, tratando de convencerse a sí misma.
-Flori, no te pongas así -Luna le aconsejó con la voz quebrada-. Tenemos que cooperar con la policía. Tal vez tu mamá fue a otro lugar después.
Floriana miró fijamente el celular y los zapatos frente a ella, cerrando los ojos con desesperación. -Son de mi mamá.
La joven agente trató de confortarla en voz baja: -Tranquila, estamos revisando las cámaras y cualquier novedad se los haremos saber.
Floriana asintió, apretando con fuerza sus manos entrelazadas, tanto que sus nudillos se volvían blancos.
Había varias cámaras de seguridad a lo largo del río. La policía, revisando las imágenes, confirmó que Rosa se había lanzado al río la noche anterior a las 7:19.
En el video, se veía a Rosa permanecer en la orilla del río por más de una hora antes de saltar. Ya estaba oscuro y el video no mostraba claramente su expresión.
Floriana observaba a Rosa en la pantalla. Se preguntaba qué habría estado pensando su madre durante esa hora. Nadie podía darle una respuesta.
Se cuestionaba también qué estaba haciendo ella misma mientras su madre deambulaba por la orilla. Estaba buscando boletos de avión, planificando un viaje.
Tenía planeado llevar a su mamá a Costa Rica después de su cirugía para relajarse. Pero antes de que pudiera comprar los boletos, recibió la llamada de Ángela.
Floriana vio en el video cómo Rosa escalaba la barandilla, extendía los brazos y se lanzaba al río. El agua salpicó y pronto, las ondas se desvanecieron.
Rosa se había ido.
Floriana cerró los ojos, presionó su pecho y lentamente se agachó. No lloró, permaneció en silencio. Luna se agachó y la abrazó,
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Capítulo 91
– Flori…
Luna no podía decir nada más que su nombre. ¿Cómo decirle que lo sentía? Esa era su mamá, la única persona que la había amado tanto en este mundo.
Floriana abrió los ojos lentamente, su mirada perdida, como si su alma se hubiera escapado. Luna escuchó su murmullo suave.
-El agua del río es tan fría. Ella detesta el frío. Lulu, tengo que encontrarla, debo llevarla a
casa…
Luna sintió que se rompía por dentro y llorando la abrazó más fuerte. -Está bien, vamos a buscarla. Yo te acompaño…
A pesar de que el clima era adverso y la posibilidad de sobrevivir era casi nula, la policía tenía que seguir el protocolo y continuar con la búsqueda.
El encargado del caso le explicó a Floriana que, aunque la corriente del río desembocaba en el mar, si no encontraban a Rosa en los primeros tres días, las probabilidades de que su cuerpo
fuera arrastrado al océano eran altas.
Aunque usaban el término “encontrar a la persona“, todos sabían en el fondo que Rosa no regresaría.
Al salir de la estación de policía, Floriana seguía en silencio. Sostenía el celular y los zapatos de su madre, caminando como un autómata.
Luna la acompañaba hacia el carro estacionado al lado de la calle. Un Maybach negro se acercó y se detuvo a su lado.
Valentín y Guillermo bajaron del vehículo. Al ver a Valentín, Luna frunció el ceño, se limpió las lágrimas y le reclamó a Guillermo:
-Dr. Quijano, ¿para qué lo trajiste aquí?
Guillermo, recién enterado de la situación, quería defender a Valentín, pero al cruzar miradas con la furia de Luna, optó por guardar silencio.
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