Capítulo 92
Valentín se plantó directamente frente a Floriana, bloqueando su camino.
Floriana se detuvo y lentamente levantó la mirada.
Sus ojos, vacíos de emoción, se clavaron en él.
Valentín la observó, sintiendo un dolor extraño en el pecho. -Voy a organizar un equipo de
rescate…
¡Paf!
El sonido de la bofetada resonó, interrumpiendo sus palabras.
El golpe hizo que Valentín girara la cara hacia un lado. Tras unos segundos de sorpresa, frunció el ceño y miró a Floriana.
La mano de Floriana, que había soltado el golpe, colgaba a su lado. Intentó cerrarla varias veces, pero le temblaba incontrolablemente.
Esa bofetada, dada con todas sus fuerzas, la dejó sin energía.
No obstante, no quería mostrar debilidad alguna frente a Valentín, así que lo miró fríamente. -¡Lárgate!
El rostro de Valentín se oscureció.
Guillermo se apresuró a intervenir, apartando a Valentín. -Tranquilo. Ella no está bien emocionalmente ahora, no le eches más leña al fuego.
Valentín apretó sus labios, sus ojos oscuros reflejaban una mezcla de emociones.
Acostumbrado a tenerlo todo bajo control, por primera vez experimentaba la impotencia de perder el control.
Aunque el golpe de Floriana lo había enfurecido, al mirar esos ojos llenos de rencor, se sintió perdido.
Floriana dejó de prestarle atención y caminó hacia su carro.
Su figura lucía especialmente frágil al ser azotada por el viento helado.
Valentín tragó con dificultad mientras su corazón se encogía. Extendió la mano para
detenerla…
Floriana se detuvo, pero no giró.
-Suéltame.
Su voz, ronca y apagada, se desvaneció en el viento, dejando una sensación de humedad en el corazón de quienes la escuchaban.
Valentín no la soltó, observando la forma en que tenía la cabeza gacha, sus emociones
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arremolinándose en sus ojos oscuros, aunque sus labios permanecían fuertemente cerrados.
Guillermo, al borde del nerviosismo, lo urgió. -Si piensas disculparte, hazlo ya.
Luna, apoyando a Floriana, lanzó una mirada fulminante a Valentín. -¿Vas a seguir atormentándola? ¡Déjala en paz!
Valentín no apartaba la mirada de Floriana, sus labios se movieron, y tras un momento, solo logró decir dos palabras. -Lo siento.
Ese “lo siento“, pronunciado con gravedad, sonó hueco en ese instante.
Guillermo y Luna guardaron silencio.
Floriana aún no se volvía; no quería ver a aquel sujeto ni una vez más.
-Valentín, te lo repito, suéltame.
La mandíbula de Valentín estaba tensa, pero no aflojó.
Se sentía desquiciado, deseando que Floriana se volviera y lo mirara, aunque fuera con odio.
No podía soportar que Floriana lo ignorara.
Esa emoción extrema y desconocida lo sumía en la confusión, sin saber qué hacer para sentirse satisfecho…
Ambos permanecían firmes, ninguno dispuesto a ceder.
Guillermo estaba por intentar convencer a Valentín cuando Floriana se giró de repente.
Alzó la mirada, su fría vista se posó en él. -Valentín, ¿qué carajos quieres?
El nudo en la garganta de Valentín se movió, sin saber por un momento qué responder.
Floriana lo miró, esa cara que había amado durante cinco años, tan familiar que no podía ser más.
Frunció el ceño, como si no pudiera entender. -¿Quieres que me arrodille y te suplique para que me dejes en paz?
Valentín quedó perplejo, a punto de hablar cuando Floriana lo empujó con fuerza.
Retrocedió unos pasos, su delgado brazo escapando de su agarre.
Con la mano vacía, una ola de pánico inundó a Valentín…
Floriana, con los ojos llenos de lágrimas, lo miró intensamente, su odio evidente. -¡Valentín, te detesto!
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