Capítulo 94
Floriana ya no le prestó atención y se dedicó a comer en silencio. Aquella cena de Año Nuevo transcurrió en un ambiente pesado y silencioso.
Luna, con las lágrimas cayendo, apenas pudo tragar más que sus propios sollozos. Por otro lado, Floriana comió bastante, pero al momento de recoger los platos, se tapó la boca y corrió al baño, donde lo vomitó todo.
Luna se preocupó mucho, pero Floriana simplemente sonrió con desdén y dijo que estaba cansada. Apenas eran las nueve, y faltaban varias horas para el Año Nuevo.
Luna ayudó a Floriana a ir a la habitación para que se acostara. Durante esos tres días, Floriana apenas había podido dormir. Como ella no dormía, Luna tampoco había descansado mucho. Estaba decidida a no dejarla sola ni un momento, y había llamado a sus padres para explicarles brevemente la situación. Ellos entendieron y le pidieron que cuidara bien de
Floriana.
Una vez en la cama, Floriana se quedó dormida rápidamente. Luna se acostó a su lado y también terminó por dormirse sin darse cuenta.
No supo cuánto tiempo había pasado cuando Floriana escuchó a alguien llamándola. Despertó sobresaltada, cubierta de sudor y lágrimas, sintiendo un vacío en el pecho.
-¡Boom! ¡Boom! ¡Boom!
Los fuegos artificiales iluminaban el cielo nocturno con un despliegue de colores. El Año Nuevo había llegado.
La habitación estaba oscura. Floriana miró a su lado y vio a Luna profundamente dormida. Se levantó con cuidado, se cubrió con una manta y salió de la habitación.
Era Año Nuevo, y ella sentía que debía buscar a su madre…
La orilla del río estaba llena de vida, con familias y amigos reunidos para celebrar el Año Nuevo. En medio de las risas y el bullicio, una mujer con un vestido beige caminaba tambaleante hacia el río, calzando unas pantuflas de algodón.
Sobre el agua flotaban muchas linternas de deseos, parte de la tradición de fin de año en Arbolada. Floriana miró las linternas, y su visión se volvió borrosa.
-Mamá… -susurró.
En ese instante, las lágrimas que había contenido durante tres días y noches comenzaron a brotar sin control, como si una presa se hubiera roto.
-¡Mamá! Ya es Año Nuevo, ¿por qué no vuelves a casa? ¡Mamá!
Detrás de ella, la multitud seguía riendo y celebrando. Floriana se aferró a la barandilla del río, llamando a su madre con una voz ahogada y desesperada. Pero no importaba cuánto gritara,
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Capítulo 94
nunca recibiría una respuesta.
La dolorosa realidad de haber perdido a su madre la atravesaba profundamente. Ya no tenía mamá. Y sin su madre, ya no tenía hogar…
Detrás de ella, la gente gritaba sus deseos de Año Nuevo:
-¡Que toda la familia esté sana y feliz en el año nuevo! -gritaba alguien.
-¡Que mis padres estén bien, que el amor con mi pareja florezca, que mis hijos estén
saludables, que nuestra familia sea feliz!-decía otro.
Floriana se volvió para mirar las caras llenas de felicidad y amor, sintiendo que el vacío en su pecho se hacía más grande. La soledad la atrapaba como un hechizo.
Ellos tienen familia, pensó. Qué afortunados son.
Floriana dejó escapar una sonrisa triste y desolada. Luego, giró lentamente hacia el río, con una nueva determinación en sus ojos.
En medio del bullicio, Floriana trepó la barandilla.
-¡Oye! ¡Chiquilla, qué haces…! -gritó alguien desde la multitud.
Floriana no escuchó, cerró los ojos y extendió los brazos lentamente…
-¡Hey! ¡Alguien va a saltar al río!
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Justo en ese momento crítico, una figura alta y esbelta se lanzó hacia ella, agarrando su brazo con firmeza.
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