Capítulo 9
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El policía, después de decir eso, permaneció en silencio. Con su amplia experiencia en investigaciones, este caso solo podía significar una cosa.
La única posibilidad era que esta persona ya y
estaba muerta que se trataba de un asesinato.
Al ver que llegaban a esta conclusión, suspiré aliviada. Por favor, encuentren mi cadáver cuanto antes. No quiero que termine asustándolos si cuando me ven solo quede un esqueleto.
Los policías llevaron todas las pistas recolectadas hasta el momento y se las presentaron a papá.
-Señor Martínez, ahora sospechamos que Camila pudo haber sufrido un percance. Esperamos que coopere con nuestra investigación.
Papá, al escuchar esto, lo negó con firmeza:
-¡Imposible! Si todavía pudo conducir para atropellar a alguien, ¿cómo podría haberle pasado algo?
-Pero, antes del accidente, Camila parecía haber desaparecido de este mundo. No hay registros de consumo, ni llamadas, ni nada. Señor Martínez, ¿cree que eso es posible?
El policía lo miró con seriedad, pero a papá no le importaba
—¿Por qué no sería posible? Le corté todas las tarjetas. No tener registros de consumo es normal. Con todos los amigos que tiene, alguien le habrá dado dinero para gastar.
-Investigamos a sus amigos. Ninguno de ellos ha visto a Camila en mucho tiempo, y tampoco hay transferencias hacia ella. Es como un fantasma.
Al escuchar esto, papá se rio:
¡Qué incompetentes son ustedes! No pueden ni encontrar a una persona. ¡Qué policías tan buenos!
Señor Martínez, le pido que hable con más respeto -dijo un joven policía, incapaz de contenerse.
Carlos, el jefe, lo detuvo y estaba a punto de responder cuando recibió una llamada.
-¿Cómo? De acuerdo, mándame el video. Estoy ahora mismo en la casa de los Martínez.
Tras colgar, la mirada de Carlos cambió, parecía la de un águila feroz en medio de la jungla.
-Señor Martínez, hemos recibido una pista. En este momento, Camila está dentro de esta misma mansión.
Papá se quedó atónito por un momento y luego dijo:
-¡Imposible! Búsquenla si quieren, pero les digo que no está aquí.
Carlos no dijo nada. Miró el video que acababan de enviarle y subió el volumen. El sonido resonó por toda la mansión, donde todos podían escucharlo.
-¡Atenla!
Que se quede aquí para que reflexione!
Papá se levanto de golpe, evitando ver a los policías.
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Esa es su voz, ¿verdad, señor Martínez? -preguntó Carlos.
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Papá no sabía qué hacer. Tras unos segundos, salió corriendo hacia el garaje, tambaleándose.
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Capitulo
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-¡Imposible! ¡Eso es falso, patrañias!
Corría tan rápido que los policías no lograron alcanzarlo.
Llegó al garaje y se detuvo frente al auto rosa. Sus pasos se hicieron más lentos.
De repente, abrió el maletero de golpe.
Mi cadáver volvió a aparecer ante ellos.
Había pasado más de un mes, y el cuerpo estaba en un estado avanzado de descomposición. La cabeza era la parte más afectada, estaba al descubierto el cráneo. Mi cara era irreconocible.
Por fin, papá empezó a entender que ese cadáver parecía ser su hija.
Quiso tocarme, pero lo único que sintió en sus manos fue carne podrida.
Aún negándose a aceptar la realidad, agarró mi ropa e intentó sacar mi cuerpo del maletero.
Mi cuerpo se desmoronó instantáneamente en pedazos.
Ni siquiera muerta puedo descansar en paz.
No puede ser! Esto tiene que ser falso. Falso. ¡Esta cosa no es mi hija! ¡No lo es, no lo es!
Cuando Carlos entró, vio esta escena desgarradora: un cadáver irreconocible esparcido por el suelo, y papá sosteniendo un puñado de carne descompuesta.
-¡Suelte eso! ¡No toque nada! -gritó Carlos, dando órdenes inmediatas a los demás para que contactaran a los forenses.
