Capítulo 8
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Después de bloquear mi tarjeta bancaria, Nicolás no recibió ninguna respuesta desde mi lado, pero recibió el resultado de la investigación del detective privado:
[Una madre y su hijo murieron juntos, descubiertos días después por sus vecinos.]
El artículo no era muy largo y, aunque no mencionaba el nombre específico del pueblo, hubo informaciones sobre el entorno a su alrededor. Y las fotos que acompañaban eran del pequeño patio mío. Nicolás definitivamente podía reconocerlo.
Mirando las capturas en la pantalla, se quedó casi paralizado en el lugar. Pero, aun así, se negaba a creerlo. Me hizo una llamada de nuevo, pero nadie le respondió.
De repente, como si se le hubiera ocurrido algo, abrió la aplicación del banco en su celular, y accedió a la gestión de cuentas. Al ver el saldo de la tarjeta y los extractos bancarios de los últimos seis meses, comenzó a temblar violentamente, porque se dio cuenta de que no había gastado ni un solo centavo, y, según el saldo de esta tarjeta, parecía que no nadie había usado el dinero de la cuenta en casi tres años.
El detective privado envió dos mensajes de voz:
Caballero, después de la investigación hemos confirmado que la señorita Candela Ruiz ya falleció, y su hijo, Carlos Pérez, también perdió la vida. La mayoría de los habitantes del pueblo están al tanto de esta noticia. El comité del pueblo manejó la cremación de los difuntos y las cenizas aún se encuentran en la funeraria.
-Además, visité al comité del pueblo, y el personal allí me dijo que intentaron contactar al esposo de la señorita Ruiz, pero nadie respondió las llamadas y tampoco recibieron respuestas de los mensajes enviados.
Nicolás casi no pudo controlarse y le preguntó con la voz temblorosa:
¿Pero por qué murieron? ¿Por qué fue que nadie se enteró de su muerte…?
El detective, con un tono de compasión, suspiró con pena:
Con el transcurrido de tiempo, muchas informaciones ya no son accesibles. Según el personal, la señorita sufrió una grave infección tras donar médula ósea, y el niño, murió de hambre por falta de atención. Pasó varios días junto al cuerpo de su mamá… Una tragedia bastante lamentable.
Nicolás se colapsó por completo y dejó caer su celular al suelo. Murmuró con incredulidad:
-No puede ser… Eso no pasará…
En ese momento, Carlos ya se quedó dormido en mi regazo. Menos mal, no tenía que
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Capítulo 8
presenciar estas escenas crueles.
¿Dijo que eso no podía ser? Tampoco podía creerlo…
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Después de mi muerte, como un alma flotando en el aire, vi cómo Carlos me llamó desesperadamente una y otra vez. Tomó mi mano, intentando despertarme con fuerza. Cuando tenía sed, quería llenar su vaso con agua del dispensador, pero fue quemado por el agua caliente. Todos los días lloraba de susto, mientras yo, un alma transparente, no podía hacer nada para ayudarlo. Tres días después, el pequeño cuerpo se acostó al lado de mi cadáver frío y se quedó dormido para siempre.
Antes de mi muerte, Carlos le hizo miles de llamadas a Nicolás con mi celular, pero él no había contestado ninguna de estas. Si hubiera contestado incluso solo una de estas llamadas desperadas, Carlos habría logrado sobrevivir. ¡Carlos era su hijo! ¡Era también su hijo, aunque él no quería aceptarlo!
Cuando Carlos también se convirtió en un alma, finalmente podía abrazarlo con fuerza. Él no entendió qué era la muerte, tampoco sabía que él mismo había muerto. Se sentía muy alegre, abrazándome, llorando y quejándose:
-Mami, he estado llamándote, pero no me respondiste… Tengo mucho miedo…
Las almas no tienen lágrimas físicas, pero aún pueden sentir la tristeza infinita… Al principio, quería llevarlo al paraíso y dejar atrás nuestros destinos miserables lo antes posible, pero descubrí que simplemente no pude, porque teníamos tanto odio y rencor en el corazón. Sin otro remedio, nos quedamos en este pequeño patio durante tres años enteros…
