Capítulo 326
Mercedez dejó el teléfono y le dijo a Consuelo: “Tal vez esté ocupado, llamaré más tarde.”
Después de más de media hora, volvió a llamarlo. Esa vez, Castulo contestó, y Mercedez preguntó: “¿No te interrumpo, verdad?”
Castulo respondió: “No, no hay problema.”
En realidad, Castulo ya había visto la llamada la primera vez, pero simplemente no la contestó. En ese momento le preguntó: “¿Sucede algo?”
Mercedez explicó el motivo de su llamada, y al escucharla, Castulo preguntó: “¿Por qué no la envías a la empresa de Armando?”
Mercedez sonrió al escuchar su pregunta y respondió: “La empresa de Armando no está contratando en este momento.”
Castulo escuchó y permaneció en silencio por dos segundos antes de preguntar: “¿Cuál es su nombre?”
“Lidia.”
Castulo le dijo: “Está bien, lo tengo. Dile que envíe su currículum siguiendo el proceso normal en estos días.”
Mercedez sonrió y dijo: “Gracias, Castulo.”
Antes de que Castulo pudiera responder, Mercedez, deseando charlar un poco más, preguntó con un tono casual: “¿Qué estás haciendo ahora? ¿Has estado ocupado últimamente?”
Castulo no tuvo tiempo de responder. En ese momento, una voz femenina suave y agradable se escuchó del lado del hombre: “Castulo, ¿con quién hablas?”
“No es nada.” Castulo respondió fríamente y luego le dijo a Mercedez: “Tengo que irme, hablamos luego.”
Antes de que ella pudiera decir algo más, él colgó el teléfono rápidamente. Cuando la voz de la mujer sonó de repente, el tono de Castulo se, volvió frío de inmediato, mostrando que claramente no estaba contento con la interrupción. Castulo colgó tan rápido, tal vez preocupado de que ella escuchara demasiado y malinterpretara su relación con esa mujer.
Mercedez pensó en esto y arqueó una ceja. Dejó su teléfono y le dijo a Consuelo: “Castulo ya aceptó.”
Consuelo le agradeció: “Gracias, Mercy.”
Alicia, al ver eso, con orgullo le dijo a Lidia: “¿Ves? Te dije que si mi prima lo pedía, Castulo aceptaría.”
Lidia, al escuchar eso, se detuvo un momento y no pudo evitar mirar a Mercedez dos veces.
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Por la noche, después de cenat, Paulina regresó a su casa desde la familia Romo, y justo cuando abrió su computadora para trabajar, recibió una llamada de Armando, pero no contestó. Simplemente apagó el teléfono.
No fue hasta la mañana siguiente, cuando se despertó, que encendió su teléfono. Entonces, vio que Armando le había enviado varios mensajes.
“Quiero hablar contigo sobre algo.”
“Es sobre la fiesta de cumpleaños de la abuela.”
“Espero que puedas asistir.”
Al ver que ella no respondía, Armando no envió más mensajes. Paulina lo vio pero igualmente no le respondió.
Después de lavarse y prepararse, mientras hacía el desayuno, Armando volvió a llamarla y Paulina frunció el ceño. Hizo como si no lo hubiera visto y no contestó. Después de que Armando llamara dos o tres veces y ella no contestara, él dejó de intentarlo.
Ella fue a trabajar como de costumbre. Aquel día, Orlando tenía algunos asuntos en La Conquista Comercial y fue Jaime quien lo recibió.
Al mediodía, Orlando insistió en invitar a Jaime a almorzar, pero este último, como siempre, se negó, así que Orlando no tuvo más remedio que irse con la gente de su empresa.
Bajando al estacionamiento, Orlando vio a Armando apoyado contra la puerta de su auto, como si estuviera esperando a alguien. Se detuvo un momento y se acercó para saludar: “Sr. Armando.”
Armando sonrió al mirar a Orlando y dijo: “¿Sr. Rocha, vino a La Conquista Comercial para hablar de negocios?”
“Sí.”
Orlando recordó cómo Armando se había mostrado interesado en Paulina y con una expresión neutral, observó a Armando y le preguntó con cautela: “¿Sr. Armando, qué lo trae por aquí…?”
“He venido a buscar a Paulina.” Respondió Armando con una sonrisa, levantando la vista hacia el edificio de oficinas donde se encontraba La Conquista Comercial: “¿Ella estará por allí
arriba?”
Orlando apretó los labios, aún sin responder, cuando escuchó a Armando suspirar y continuar: “No contesta mis llamadas ni responde los mensajes, no tuve otra opción que venir aquí a
buscarla.”
Orlando estaba a punto de hablar, pero en ese momento, Paulina y Jaime salieron por la puerta principal. Al ver a Armando y a Orlando en el estacionamiento, se detuvieron de inmediato.
Jaime deseaba poder volver corriendo a la empresa, pero claramente fue solo un pensamiento
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Capitulo 326
momentáneo.
Ambos se dirigieron hacia el estacionamiento, decidiendo ignorar a Armando y a Orlando mientras caminaban directamente hacia su auto.
Sin embargo, Armando se acercó a ellos y le dijo a Paulina: “Necesitamos hablar.”
Jaime no estaba al tanto de que Armando había abrazado a Paulina después de la reunión anterior. Solo sabía que él había estado ocultando su matrimonio con Paulina, sin querer que otros supieran de su relación.
Al ver a Armando cambiar de actitud y buscar a Paulina sin preocuparse por la presencia de otros, frunció el ceño y la miró, preguntándole en silencio: “¿Qué le pasa ahora?”
Desde el momento en que vio a Armando, Paulina sabía que él había ido a buscarla. Para ser honesta, no esperaba que Armando, sin preocuparse por la presencia de otros, fuera directamente a La Conquista Comercial a buscarla.
Ella respondió fríamente: “No voy a ir.”
Armando la miró y le dijo: “No te apresures a decidir, cualquier cosa que necesites, podemos
discutirla.”
Paulina replicó: “No veo la necesidad. Aunque haya algo de qué hablar, sería entre la anciana y yo, no tiene nada que ver contigo.”
