Capítulo 406
Armando aún no había dicho nada, cuando su celular empezó a sonar.
Salió al pasillo para contestar la llamada y, al regresar, la mesera ya había empezado a servir los platillos. Así, el asunto que había planteado Alfredo quedó en el aire, sin que nadie dijera nada más.
Ahí, frente a todos, estaba la autora de la tesis que tantos ingenieros reconocidos, dentro y fuera del país, habían leído con
admiración.
Durante la comida, Dr. Héctor y sus alumnos de doctorado no pudieron evitar sacar sus notas y preguntarle dudas a Paulina sobre lo que habían leído en la tesis, repasando los puntos clave y los datos de los experimentos.
No importaba si las preguntas eran sobre dificultades específicas de la investigación o inquietudes que venían cargando desde antes: Paulina respondía a todo con una seguridad que sorprendía.
Mercedez lo observaba todo, pero en su interior se mantenía tranquila.
Miraba cómo Paulina platicaba con Dr. Héctor y los demás, tan segura de sí, como si en verdad supiera lo que hacía.
¿Pero eso sería posible?
Conociendo a Jaime, si se había atrevido a poner a Paulina como autora principal de la tesis, seguro es porque ya la tenía muy bien preparada.
Al principio, cuando Jaime anunció que Paulina era la autora principal, Mercedez sí se había quedado en shock.
Pero si esa tesis era, como decía Jaime, fruto de la investigación de Paulina, ¿eso significaría que Paulína era todavía más capaz que su propia tutora, la profesora Smith?
Eso sí que no le cuadraba.
Paulina no era Jaime.
En este mundo hay muchísimos genios, pero no todos pueden alcanzar el nivel de Jaime.
Por eso, lo más probable era que Jaime hubiera desarrollado toda la investigación y, para impulsar a Paulina, la puso como autora principal…
Al entenderlo así, Mercedez bajó la mirada hacia Paulina, la vio conversando con tanta confianza con el grupo de Dr. Héctor, y después apartó la vista, indiferente.
Beatriz y Alicia pensaban más o menos lo mismo que Mercedez.
Alicia, de carácter más explosivo, veía cómo Paulina se daba aires de experta, atreviéndose incluso a corregirle cosas a Dr. Héctor, y se le subía la irritación al pecho; por poco se levanta a decirle sus verdades.
Sin embargo, como ni Beatriz ni Mercedez dijeron nada, Alicia, por más enojada que estuviera, tampoco se atrevió a hablar.
Orlando también había dudado en su interior sobre la capacidad de Paulina.
Pero al ver la cara de concentración y sorpresa que ponía Dr. Héctor al platicar con Paulina, se quedó confundido.
¿Será que Paulina sí era tan buena como decían?
La comida se alargó más de lo esperado.
Antes de despedirse, Paulina y Dr. Héctor intercambiaron números de celular.
Dr. Héctor, consciente de que había acaparado mucho tiempo en la charla con Paulina, al terminar se dirigió a Armando:
-Disculpe, señor Armando, pero es que cuando empiezo a hablar de estos temas ya no me puedo detener…
-No se preocupe -respondió Armando-. Justo por eso los invité a todos, para que se conozcan mejor y, en el futuro, puedan trabajar juntos.
Cuando la reunión por fin terminó, Castulo por fin pudo acercarse a Paulina:
-Felicidades.
-Gracias -le contestó Paulina, serena.
Alfredo, al ver que Castulo iba directo a felicitar a Paulina, no le dio mayor importancia. Supuso que era solo una cortesía.
16:03
Capítulo 406
Armando también notó que Castulo buscó a Paulina, pero apenas le prestó atención.
En cambio, Mercedez sí lo miró detenidamente y apretó los labios.
¿Castulo de verdad pensaría que Paulina era tan buena en su profesión?
¿Sería por eso que le gustaba?
Pero…
No tenía sentido.
Castulo ya mostraba interés en Paulina desde antes de que el Grupo Haro y La Conquista Comercial siquiera pensaran en colaborar juntos.
O sea, a Castulo le gustaba Paulina, y eso nada tenía que ver con si era buena o no en su área profesional.
En ese momento, la voz de Armando la sacó de sus pensamientos:
-¿En qué piensas?
Mercedez volvió en sí. Al notar que Paulina había acaparado todas las miradas ese día, pero que Armando ní se había inmutado, Mercedez sonrió de lado, de buen humor.
-Nada–contestó tranquila.
Para ella, fuera cierto o no el talento de Paulina, lo importante era que, para Armando, Paulina simplemente no existía.