Paulina reflexionó un momento, se levantó y dijo:
Capítulo 422
) -Luego platicamos, primero tengo que salir a contestar una llamada.
Después de despedirse con una sonrisa de don Torres y los demás, tomó su celular y salió del privado.
Mientras veía cómo se alejaba, Jaime por fin cayó en cuenta de lo que acababa de pasar, abrió los ojos como platos, incrédulo.
Aunque el año pasado, en una fiesta, había visto a Paulina bailando con Tito y sí se le cruzó por la cabeza que quizá había algo entre ellos, después de aquel día, según él, no volvieron a convivir. Entonces, ¿cómo era posible…?
Al escuchar a Jaime, Teófilo Cruz miró instintivamente hacia Paulina.
No conocía a Tito y tampoco sabía mucho de él, pero al ver la incomodidad reflejada en el rostro de Paulina, sumado a la reacción de Jaime, empezó a sospechar que ahí había algo raro.
Así que este Tito… ¿acaso entre él y Paulina…?
Armando si conocía a Tito.
Al oír lo que dijo Jaime, lanzó una mirada distraída en dirección a Paulina. De hecho, apenas la vio, ya pensaba apartar la vista, pero cuando notó la expresión inusual en el rostro de Paulina, se detuvo y la siguió con la mirada hasta que desapareció por la puerta, pensativo.
Ya fuera del privado, Paulina contestó la llamada. Iba a saludar, pero Tito se le adelantó:
-Pensé que ya no ibas a contestar mis llamadas.
Paulina, por su apariencia, siempre había sido de las muchachas que desde niña recibían confesiones de todo tipo. No era ajena a los halagos ni a los pretendientes. Sin embargo, desde que se casó y tuvo a su hija, su círculo cambió y, además, en el trabajo nunca ocultó su estado civil, así que en esos años casi nadie se le había declarado.
Con Tito, podía decirse que eran medio amigos. Todavía no se divorciaba oficialmente de Armando, así que desde que Tito se le había confesado hace poco, hablar con él de nuevo la ponía incómoda.
Mientras pensaba en qué contestar, Tito volvió a hablar:
-Desde la última vez que nos vimos, estuve pensando mucho. Aquello que te dije la vez pasada, yo también creía que era un impulso, pero estos días me di cuenta de que no fue un arrebato. A decir verdad, en el fondo, ya me gustabas desde antes y lo que te dije fue lo más honesto que he sentido. Sí, me gustas… incluso más de lo que pensaba.
Paulina, cuando vio que era él quien llamaba, prácticamente había adivinado para qué era la llamada, pero jamás pensó que Tito soltaría tanto de corrido.
Tito hablaba con una calma y sinceridad que la descolocaban, como si hubiera reflexionado cada palabra antes de
marcarle.
Antes de que ella pudiera responder, Tito continuó:
-La última vez dijiste que ya habías estado casada, no que sigues casada. ¿Puedo suponer que tu matrimonio ya no está bien, o incluso que ya se terminó? ¿Podrías decirme cómo está la situación?
El tono de Tito no era nada incómodo ni insistente; al contrario, sonaba suave, hasta tierno.
Siempre le había dejado una buena impresión, de esas personas que buscan claridad, sin rodeos.
Paulina no era de las que tratan mal a la gente, mucho menos a alguien así.
Así que le contestó con sinceridad:
-Hoy mismo fui a tramitar el divorcio, pero aún no es oficial.
-¿Hasta que termine el periodo de espera ya quedas libre?
-Sí.
Tito soltó una carcajada ligera.
21:54
Capítulo 422
Vaya, parece que tuve suerte.
-No es eso… Paulina se sintió aún más incómoda, bajó la voz y dijo: Gracias por tu interés, pero yo…
-Lo se la interrumpió Tito, con esa misma voz serena que no dejaba espacio para el fastidio-. Sé que no tienes intenciones de volver a empezar una relación tan pronto. Es más, sé que nunca me has considerado como una opción. O sea, que en este momento no te gusto. ¿Me equivoco?
Paulina se quedó callada, sorprendida de que le leyera tan bien el pensamiento.
Tito aprovechó el silencio y siguió hablando:
-Eso ya lo sabia, pero no me importa. Yo puedo esperar
Paulina, al escuchar su nombre, pensó en Josefina. Estaba por decirle que ya tenía una hija, pero Tito volvió a adelantarse:
-Dijiste que ya habías estado casada, así que supuse que podrias tener un hijo. Ya lo pensé y mi respuesta sigue siendo la misma.
-Por eso, quiero ser el primero en la fila para conquistarte. Si algún día decides volver a salir con alguien, espero que pienses primero en mi.
A Paulina le habian declarado su amor de muchas formas, pero nunca así.
Todavia no respondía cuando Tito, de nuevo con esa voz cálida, preguntó:
-¿Dónde estás ahorita? ¿Ya comiste? Yo acabo de regresar al centro, ¿te invito a cenar?