Capítulo 431
Teófilo Cruz frunció el ceño.
-¿De veras no conseguiste ni una sola noticia?
-Sobre su exesposo, la verdad es que nada de nada -respondió su amigo-. De lo demás sí supe algo. Dicen que se casó bastante joven, pero parece que no se llevaba nada bien con su esposo. Los vecinos de la familia Romo jamás lo vieron, y los Romo tampoco es que lo mencionen. Es más, parece que ni lo soportaban, nunca hablan de él.
Su amigo hizo una pausa antes de añadir:
-Y además, ya tienen un hijo.
Teófilo alzó la cabeza de golpe, pensando que había escuchado mal.
-¿Qué dijiste?
-Así como lo oyes, cuando me lo contaron también me quedé de piedra. Es que no se le nota
nada.
Tenía razón.
Teófilo llevaba años trabajando en La Conquista Comercial y jamás había escuchado a Paulina Romo hablar de un hijo.
Por eso, jamás se le habría ocurrido que no sólo estaba casada, sino que también ya era
mamá.
Al ver la cara de asombro de Teófilo, su amigo preguntó:
-¿Quieres que siga contándote?
La pregunta era clara: ahora que sabía que Paulina había estado casada y tenía un hijo, ¿le importaba? Si sí le importaba y pensaba dejar de interesarse en ella, entonces no tenía sentido seguir hablando del tema.
Teófilo se quedó parado, sin decir nada.
En realidad, él era un partido difícil de igualar, pero su suerte en el amor parecía estar llena de baches. La primera chica que le gustó terminó enamorándose de otro justo cuando él apenas se animaba a buscarla. Ahora, que por fin parecía ilusionarse con alguien más, resultaba que esa persona no solo había estado casada, sino que ya tenía un hijo.
A cualquiera le costaría digerir algo así.
Su amigo soltó un suspiro, y viendo que Teófilo no decía nada, le dio una palmada en el hombro, listo para irse. En ese momento, Paulina seguía platicando con Dane; el sonido de su voz hizo que Teófilo girara la cabeza hacia ella. La observó mientras conversaba, y se quedó mirándola, como si ya no pudiera apartar la mirada.
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Pasaron unos segundos. Entonces, con los ojos firmes, dijo:
-¿Qué más sabes? Cuéntamelo todo.
Su amigo ya estaba pensando en irse a conquistar a alguna chica y no puso atención de inmediato.
-¿Eh? ¿Qué dijiste?
Cuando entendió, se quedó boquiabierto:
-¿Neta? ¿Todavía quieres saber?
Teófilo lo miró, sin responder.
Su amigo, pasmado, iba a decir algo más cuando Mercedez Lobos se acercó y empezó a conversar con los que estaban delante.
En cuanto la vio, Teófilo se detuvo un segundo.
Su amigo también conocía a Mercedez. Cuando ella volteó a verlos, él se apresuró a saludarla nervioso:
-Señorita Mercedez.
Mercedez asintió y miró a Teófilo.
Él solo asintió de vuelta y enseguida se dio la vuelta, dándole la espalda.
Viendo eso, su amigo tampoco quiso platicar más con Mercedez, así que se dirigió a Teófilo:
-¿Seguimos? Pero, la verdad, ya casi no queda nada que contar. Si quieres, puedo pedir que averigüen más a fondo.
-No hace falta -respondió Teófilo.
Aunque sentía curiosidad por saber quién era el exesposo de Paulina, tampoco era algo que le quitara el sueño.
Al final, ya estaban divorciados. Investigar demasiado tampoco tenía caso.
En el fondo, solo quería conocer un poco más de ella, saber algo de su pasado. No era que quisiera hurgar en sus heridas.
Su amigo se encogió de hombros.
-Está bien.
Mercedez, al ver la reacción de Teófilo, también apartó la mirada.
Apenas llegaron, Teófilo volteó a verlas. Para Alicia Saavedra, eso solo podía significar que Teófilo estaba pendiente de Mercedez todo el tiempo.
No pudo evitar reírse.
Capitulo 431
-Hermana, ese señor Cruz sí que te trae vigilada, ¿eh?
Mercedez no contestó.
En realidad, desde que supo que Paulina tenía talento de sobra, de inmediato pensó en Teófilo. Si Paulina era tan capaz, quizá… quizá sí podría atraer a Teófilo.
Paulina era guapa, y su forma de platicar con Dane, tan segura y tranquila, le sumaba puntos a
su encanto.
Así, Paulina tenía bien merecida su fama de cautivadora.
Sin embargo, cuando Mercedez miró hacia Teófilo, notó que él solo estaba platicando con su amigo, ni siquiera miraba a Paulina.
Ahora, al escuchar a Alicia, sonrió y se sintió más tranquila.
En eso estaba, cuando Castulo Haro y Alfredo Chavez llegaron tarde. Se acercaron al anfitrión de la fiesta y se disculparon:
-Perdón, se nos cruzó un asunto y por eso llegamos tarde.
-No pasa nada, lo importante es que están aquí. Todos somos conocidos, no hay que andar con formalidades.
Al ver a Castulo, la sonrisa que Mercedez tenía en los labios se fue desvaneciendo.
Castulo, después de saludar al anfitrión, miró de inmediato hacia Paulina y fue derecho a buscarla, como si sólo existiera ella en ese momento, sin notar siquiera que Mercedez estaba
ahí.
Fue Alfredo quien las vio y le hizo una seña a Castulo. Solo entonces, Castulo volteó hacia ellas y le dedicó un saludo rápido.
Mercedez se dio cuenta de todo.
Alicia, sin saber nada de lo que pasaba, se alegró al ver a Castulo.
-Mira, ahí está Castulo. Vamos…
Pero se detuvo en seco cuando vio que Castulo caminaba hacia Paulina y Jaime Burgos.
-¡Uy, otra vez va con ellos! Qué fastidio.
Castulo, en efecto, había estado ausente un buen rato.
Al instante en que apareció, la boca de Teófilo se tensó. Al ver que iba con Paulina, él también se dio la vuelta y regresó hacia donde estaba Paulina.