Capítulo 436
-No es nada Mercedez Lobos sonrió con naturalidad, luego echó un vistazo a su reloj y dijo: Ya casi es hora, vámonos.
-De acuerdo -respondió Armando Frías.
Después de despedirse de todos en la sala de juntas, Armando salió junto a Mercedez.
Mientras tanto, Paulina Romo se quedó trabajando con el resto del equipo técnico del Grupo Frías.
Desde que Yolanda Romo tuvo problemas de salud, Paulina prácticamente se había mudado a la casa de la familia Romo, preocupada por el estado de su abuelita.
Esa misma noche, tras terminar su jornada en el Grupo Frías, Paulina regresó a casa de los Romo para cenar con su familia.
Apenas terminó de cenar, notó una nueva notificación en su celular.
Era un mensaje de Tito Jacobo.
[Regreso a la base mañana.]
Paulina leyó el mensaje, pero no contestó.
Quizá él ya intuía que no le respondería, porque al poco rato, Tito volvió a escribirle.
[Nos vemos en un mes.]
Con eso, Tito le estaba diciendo claramente que, cuando ella se divorciara, empezaría a
buscarla en serio.
Paulina entendió perfectamente lo que quería decirle, pero igual no le respondió.
Dejó el celular a un lado y, justo cuando iba a abrir el libro que tenía sobre la mesa, el teléfono volvió a sonar.
Esta vez, era la abuelita Frías quien la llamaba.
Apenas contestó, la voz de la abuelita Frías cruzó el auricular, preocupada:
-Pauli, ya me enteré de lo de Yolanda. Pasó algo tan grave y ni tú ni tu abuelita me avisaron, ¿por qué no me dijeron nada?
Paulina se quedó callada un momento, sin saber cómo explicarse.
La abuelita Frías insistió, impaciente:
-Hablé con Darío, el doctor principal del asilo de Yolanda, y me contó que desde que tu abuelita supo que Yolanda estaba enferma, su salud se vino abajo de golpe. ¿Cómo sigue ahora?
-Mi abuelita ya está un poco mejor estos días, el ánimo se le subió un poco comparado con
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antes.
La abuelita Frías suspiró aliviada:
-Qué bueno, me tranquiliza escuchar eso.
Luego, apresurada, le dijo a Paulina:
-Pauli, no te preocupes, yo me voy a encargar de buscarle a Yolanda los mejores médicos.
-Gracias, abuelita -respondió Paulina-. La verdad, yo también ya contacté a unos especialistas reconocidos en esta área. Mañana vienen personalmente a revisar a mi mamá.
-¿Ah, sí? Pues está bien, primero que la revisen.
-Sí.
Tras eso, la abuelita Frías se quedó en silencio, claramente dolida:
-Tu mamá… de verdad….
La vida sí que ha sido dura con ella.
Paulina captó el significado oculto en esas palabras, pero antes de que pudiera decir algo, la abuelita Frías, temiendo hacerla sentir peor, se apresuró a consolarla:
-Mira, Pauli, Darío me dijo que si logran controlar la enfermedad de Yolanda, todavía hay posibilidades. No te angusties tanto, ¿sí? Hay que tener esperanza.
-Sí, lo sé, abuelita.
Hablaron un rato más antes de despedirse.
Después de colgar, la abuelita Frías seguía sintiéndose mal. Le dolía ver sufrir a Paulina У. sin poder evitarlo, le llamó a Armando.
Armando contestó enseguida:
-¿Abuelita?
-Tú… de veras que…
Al notar el tono molesto de la señora, Armando se preguntó si habría hecho algo para molestarla últimamente, pero no recordaba nada.
-¿Qué pasó? ¿Por qué estás así?
-Nada, es que ando de malas y te llamo solo para regañarte tantito y desahogarme.
Armando arqueó las cejas:
-¿Ah, sí?
Aunque la abuelita Frías quería regañarlo, cuando ya lo tenía al teléfono se quedó sin palabras. Solo soltó un–¡Ah!– antes de colgar.
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Mientras Armando guardaba el celular, Josefina Frías, que seguía cenando, preguntó:
-¿Era la bisabuelita? ¿Pasó algo?
-Tu bisabuelita anda de malas, solo me llamó para desquitarse conmigo.
Mercedez, que escuchaba la conversación, no pudo evitar reír:
-Seguro la señora ya te extraña.
-Eso sí que no -replicó Armando-, si me ve, se fastidia.
Al día siguiente, cuando Paulina y su abuelita Romo llegaron al hospital, la abuelita Frías ya estaba ahí.
Los especialistas también llegaron muy puntuales.
Al frente del grupo venía una señora mayor, incluso más grande que la abuelita Frías y la abuelita Romo.
-¿Esa es… Baltazar?
Baltazar era una de las expertas más reconocidas a nivel mundial en tratar fallas de órganos.
Llevaba años retirada; ni las personas con más contactos y poder lograban convencerla de trabajar.
Casi todos los especialistas más famosos del país en ese ámbito habían sido sus alumnos.
Paulina había mencionado que ya había contactado a expertos, pero la abuelita Frías jamás imaginó que entre ellos estaría Baltazar.
La verdad, ver a Baltazar ahí la dejó bastante sorprendida.
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