A la mañana siguiente, después de dejar a Josefina en la escuela, Paulina condujo de regreso a La Conquista Comercial.
Hasta ese día, ya se había reunido con dos encargados de proyectos de carros autónomos gracias a la recomendación de Jaime Burgos, pero tras conversar con ellos, se dio cuenta de que ninguno terminaba de encajar.
Decidida a encontrar un socio más adecuado, por la noche asistió con Jaime a una reunión social.
Llegaron temprano y, tras platicar un rato con algunos invitados, divisaron a Armando y Mercedez entre la multitud.
Paulína y Jaime apenas cruzaron miradas con ellos antes de apartar la vista.
Quizás la manera tan evidente en la que los ignoraron hizo que, por el otro lado, ni Armando ni Mercedez se acercaran a saludarlos.
Al poco tiempo, también llegaron Orlando Rocha y Samuel.
Al ver a Armando y Mercedez, junto con Paulina y Jaime, Orlando se dirigió primero al grupo de Paulina para saludarla a ella y a Jaime.
-Señor Burgos, señorita Paulina, cuánto tiempo sin verlos -aventó Orlando, procurando sonar cordial.
La verdad, si había pasado un buen rato desde el último encuentro con Orlando.
Paulina y Jaime apenas asintieron con la cabeza, sin mostrar emoción alguna.
Todavía no lograban estar cómodos con Orlando.
Al notar la frialdad -o más bien la distancia-, Orlando prefirió no insistir. Tras el saludo, se encaminó hacía Armando y Mercedez.
-Señor Armando, señorita Mercedez -saludó Orlando.
Armando apenas asintió, mientras que Mercedez giró y, al reconocerlo, le sonrió.
-Ah, era usted, señor Rocha. Tenía tiempo sin verlo -respondió, amigable.
-Sí, ya pasó tiempo -comentó Orlando, sosteniendo su mirada un instante antes de apartarla. Al ver que ambos estaban conversando con otras personas de negocios, decidió no interrumpir más y se retiró.
Paulina y Jaime, aunque tenían claro a qué iban, no paraban de ser abordados por personas que querían conocerlos. La velada resultó más ocupada de lo esperado.
Armando y Mercedez no se quedaban atrás.
Antes, cuando Mercedez acompañaba a Armando a estos eventos, su papel era puramente decorativo, casi invisible ante los grandes empresarios del sector.
Pero ahora las cosas habían cambiado.
Sin importar si Red Nova era un regalo de Armando o una empresa que Mercedez levantó sola, lo cierto es que figuraba a su nombre y estaba a punto de convertirse en una empresaria con una fortuna de miles de millones de pesos. Aquello era una realidad innegable.
Por eso, en esta ocasión, varios empresarios importantes la trataron con una deferencia inusual y con mucho mayor entusiasmo.
Eso no pasó desapercibido, ni siquiera pára quienes la rodeaban.
Samuel, atento a todo, le dio un leve codazo a Orlando y le comentó en voz baja:
-La neta, en este punto sí que tienes que aceptar la derrota.
Una compañía valuada en miles de millones, y Armando simplemente se la entregó. Eso era algo con lo que Orlando no podía competir.
Orlando no respondió.
Aunque veía a Armando como rival, al menos en lo que respecta a Mercedez, tenía que admitir que él mismo se sentía rebasado.
Al pensarlo, Orlando observó la silueta de Mercedez y murmuró:
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Capitulo 444
-Ella lo merece.
Samuel lo miró, incrédulo.
¿No era para tanto? Pero tanto Orlando como Armando parecían estar completamente deslumbrados por Mercedez, como si no les importara darlo todo por ella. Samuel no lo entendía del todo, pero tampoco quiso arruinar la atmósfera.
aun así, añadió con una sonrisa:
-La libertad económica sí es otra onda. Si quieres gastar en alguien, simplemente lo haces, nadie te lo impide. En serio, por eso sí que envidio a Armando.
Orlando le respondió con sorna:
-Si a ti te dieran esa libertad, seguro no llegabas ni a fin de año antes de despilfarrar todo.
Samuel se quedó callado, sin argumentos.
Mientras tanto, Paulina y Jaime también notaron que la actitud de la gente hacia Mercedez había cambiado.
Durante una de las pláticas, alguien incluso bromeó sobre lo generoso que era Armando, diciendo que por una mujer era capaz de gastar fortunas sin pensárselo un segundo.
Por su parte, Mercedez mantenía la mirada atenta en Paulina y Jaime, aunque la constante llegada de gente a saludarlos le impidió captar la razón exacta por la que estaban en la fiesta esa noche.