Capítulo 445
Esa noche, cuando Paulina llegó a casa, Josefina ya estaba dormida en su cuarto.
Después de bañarse y cambiarse, Paulina se metió a la cama. Josefina, como si lo sintiera, se acercó medio dormida, se acomodó en su pecho y murmuró:
-¿Mamá, ya llegaste?
-Si, duérmete.
Josefina no respondió.
Paulina bajó la mirada y se dio cuenta de que la niña ya se había vuelto a quedar dormida.
Al día siguiente, Jaime salió a negociar una colaboración, mientras Paulina fue con varios ingenieros al Grupo Frías.
Esa mañana, Paulina estuvo platicando largo rato sobre temas técnicos. Cuando la conversación ya casi terminaba, se dio cuenta de que Armando también estaba ahí cerca, escuchando todo lo que decía.
Pausó un momento, apartó la mirada y le dijo a los que la acompañaban:
-Sobre lo que acabo de mencionar, en la academia hay unos cuantos artículos buenísimos que explican estor¿Quieren que les pase los títulos para que los lean?
-¡Sí, claro!
Paulina les mencionó los nombres de los artículos y sus autores.
Después, al volver para tomar unas cosas, cruzó la mirada con Mercedez.
Armando, al verla llegar, se acercó:
-¿Cuándo llegaste?
Paulina evitó mirarlo directamente.
Mercedez le sonrió a Paulina y contestó:
-Acabo de llegar.
En realidad, llevaba ahí ya un par de minutos. Solo que.,.
Al llegar, justo había visto a Armando y a los ingenieros de su empresa escuchando con mucha atención la explicación técnica de Paulina.
Solo vio el perfil de Armando, no muy claro, pero cuando él se quedó parado escuchando a Paulina, ni cómo negar que en su mirada había cierta admiración.
Al pensar eso, la sonrisa de Mercedez perdió fuerza.
Era la primera vez que veía a Armando mirando a Paulina de esa manera.
Aunque… eso tampoco significaba nada.
Por la tarde, Mercedez tuvo que regresar al Grupo Frías por un asunto.
Esta vez, entró directo a la oficina de Armando.
No estaba él.
A punto de sentarse, vio sobre el escritorio varias revistas.
Echó un vistazo y notó que eran publicaciones sobre inteligencia artificial.
Tomó una y la hojeó; vio que había un artículo marcado..
Al leer el título del artículo señalado, se quedó inmóvil.
Eso…
Era justo uno de los textos que Paulina había recomendado en la mañana.
Recordó a Armando parado al lado de Paulina, escuchandola en silencio, con ese gesto tan particular. Mercedez apretó los
labios.
Sin saber por qué, dejó la revista, tomó otras dos y las revisó.
Tal como sospechaba, también tenían artículos señalados.
Y no era difícil notar que los marcadores eran de Armando, por los símbolos que acostumbraba usar.
Mientras estaba en eso, la puerta de la oficina se abrió de repente.
Al oir la puerta, sintió un leve sobresalto. Iba a levantar la vista cuando se topó con Francisco.
Francisco le sonrió:
-¿Ya llegó, señorita Mercedez? El jefe está en una reunión. Creo que le faltan como treinta minutos para terminar, ¿quiere que le avise cuando salga…?
-No, ya sé, gracias.
Al notar los libros que hojeaba, Francisco comentó:
-Esos los trajo el jefe hoy en la mañana, me pidió que los consiguiera lo más rápido posible. ¿También le gusta leer sobre esto?
-¿Los pidió con urgencia?
-Sí, así es.
Al escuchar eso, Mercedez bajó la mirada.
Francisco había entrado solo por unos papeles, ni cuenta se dio de la expresión de Mercedez.
-Señorita Mercedez, tengo que salir, así que…
-Está bien, no te preocupes, haz lo tuyo.
-Perfecto, le encargo a alguien que le traiga un café.
Dicho eso, Francisco agarró los papeles y salió a toda prisa.
Mercedez dejó la revista sobre el escritorio, se giró y fue a sentarse al sofá.
Francisco había dicho que la reunión terminaría en media hora, pero apenas habían pasado cuatro o cinco minutos cuando Armando regresó del salón de juntas.
Al verlo llegar, Mercedez sonrió:
-¿Por qué volviste tan rápido?
Armando respondió:
-Francisco me avisó que viniste. Como tampoco era nada tan urgente, preferí regresar.
Al terminar, le echó un vistazo a las revistas sobre su escritorio.
Pero solo las miró un segundo antes de voltear y sentarse junto a Mercedez.
Ella notó el gesto y su sonrisa perdió brillo.
Antes, pensaba que Armando había regresado solo porque ella estaba ahí.
Ahora…