Después de que Josefina Filas se quedó tres días en casa de la familia Romo, esa noche, mientras Paulina Romo se secaba el cabello en su cuarto, el celular de Josefina empezó a sonar.
Josefina vio el nombre en la pantalla y, sonriendo, volteó hacia Paulina para decirle emocionada:
-Mamá, es papá! ¡Papá está llamando!
Paulina solo asintió con un “ajá“, y Josefina contestó la llamada, activando el altavoz:
-¡Papá!
Armando Frias preguntó con voz tranquila:
-¿Ya cenaste?
-Si, ya comi!-respondió Josefina de inmediato.
Después de los saludos de rigor, Armando explicó la razón de su llamada esa noche:
-Mañana es el día que quedamos de salir con tu señorita Mercedez. En un rato mando a alguien por ti para que regreses a
casa.
En estos días que Josefina estuvo con la familia Romo, aunque Paulina había estado ocupada con el trabajo y no habían pasado tanto tiempo juntas, Josefina se sentía muy contenta.
No quería irse todavía. Al escuchar a Armando, reaccionó casi por instinto:
-Papá, yo mejor no…
Pero antes de terminar la frase, algo se le cruzó por la mente, cambió de idea y, con la voz un poco apagada, dijo:
-Ya sé… pero entonces quiero que seas tú quien venga por mí, ¿sí?
Armando, acostumbrado a consentirla, soltó una risa suave:
-Está bien, ahorita yo mismo paso por ti.
Cuando colgó, Josefina se aferró al brazo de Paulina y murmuró con nostalgia:
-Mamá, no quiero irme…
Al principio, cuando Armando dijo que mandaría a alguien a recogerla, Josefina quiso negarse. Si no estaba equivocada, cambió de opinión porque no quería decepcionar a Mercedez Lobos.
Le dolía separarse de Paulina, pero eso no le impedía cumplir para que Mercedez no se desilusionara.
Paulina, al notar ese sentimiento, solo le acarició la cabeza con ternura y le recordó:
-Anda, ve recogiendo tus cosas. Tu papá ya viene por ti.
Josefina, sin embargo, frunció el ceño y protestó mientras sujetaba el brazo de su mamá:
-Mamá, ya te dije que traje un montón de cosas para que, cuando termine el ciclo y venga en vacaciones, ya no tenga que volver a empacar todo. ¿Cuántas veces te lo he dicho y aún se te olvida?
Paulina no lo había olvidado.
La verdad es que, cuando Josefina llegó hace unos días y le comentó eso, ella no le había dado una respuesta clara.
Al fin y al cabo, para esas fechas, tanto ella como Armando ya estarían divorciados oficialmente.
Después, las visitas de Josefina se regirían estrictamente por lo que dictara el acuerdo.
No le explicó todo eso a Josefina, solo contestó:
-Ya entendí, mi niña.
Luego la animó a que preparara sus tareas y lo que fuera a llevarse.
Poco después de que Josefina terminó de empacar lo necesario, el carro de Armando llegó.
La abuelita Romo y David Romo, aunque no eran fanáticos de Armando, sí querían mucho a Josefina, así que la
acompañaron Junto con Paulina para despedirse en la puerta
Armando bajo del carro y, al verlos, saludo con cortesía:
-Buenas noches, señora. Señor David.
La abuelita y David llevaban bastante tiempo sin ver a Armando.
Al escucharlo, solo asintieron en silencio, devolviéndole el saludo con un gesto seco.
Armando miró entonces a Paulina, pero ella solo bajó la mirada y le susurró a Josefina:
-Silbete al carro.
-Bueno -respondió Josefina, despidiéndose de todos antes de subir al carro y marcharse con Armando. Cuando Paulina regresaba a la casa, la abuelita tomó su mano y le preguntó eri voz baja:
-¿Ya falta poco para que vayan a firmar el divorcio, verdad?
Paulina asintió:
-Sí.
La abuelita suspiró con una sonrisa resignada:
-Pues qué bueno, hija.
Conversaron un rato y, luego, Paulina recordó algo y decidió enviarle un mensaje a Armando:
[Oye, sobre nuestro divorcio, busca el momento adecuado para platicar con Josie.]
En otras familias, el divorcio de los padres podría ser devastador para un niño.
Pero Josefina era diferente.
Decirle la verdad no sería un problema.
Al rato, Armando respondió:
[Está bien, buscaré el momento para hablar con ella.]
Paulina dejó el celular a un lado, dispuesta a seguir con sus pendientes, cuando entró otro mensaje de Armando:
[Si tienes algo más que agregar al acuerdo de divorcio, dile a tu abogada que contacte a la mía. Si lo veo razonable, lo aceptaré.]