Capítulo 375
Zulma se mareaba en el barco, así que no acompañó. Dejó a Yesenia con Javier, quedándose en la playa. Javier ayudó cuidadosamente a Yesenia a ponerse el equipo de buceo y la llevó a bordo. Al llegar al lugar de buceo, Javier revisó meticulosamente la posición del tubo de respiración. Una vez que ambos se aseguraron de que todo estaba en orden, Javier llevó a Yesenia al agua.
A Yesenia realmente le encantaba bucear. Cuando llegaron a lo más profundo, Javier esparció un poco de comida para peces. Los peces comenzaron a acercarse lentamente, rodeándolos por completo. Los ojos de Yesenia, detrás de su máscara de buceo, brillaron notablemente. Al ver la felicidad de Yesenia, la mirada tierna de Javier casi se desbordaba. Javier tomó la mano de Yesenia, esparciendo comida para peces mientras nadaban.
Después de un rato, Yesenia extendió su mano hacia Javier, pidiendo comida para peces. Quería hacerlo ella misma. Javier siempre cumplía los deseos de Yesenia. Al ver su pequeña mano extendida, le pasó la comida sin dudarlo. Antes de dársela, le hizo una demostración, indicándole que debía esparcirla lentamente. Yesenia asintió con la cabeza. Lo tomó y, bajo la mirada gentil y amorosa de Javier, de repente esparció toda la comida de una vez.
Javier se quedó visiblemente atónito. El agua frente a ellos se volvió momentáneamente turbia, afectando la visibilidad. Javier apretó con más fuerza la pequeña mano de Yesenia, manteniendo la mirada fija en ella. En las profundidades del mar, no podía permitirse el más mínimo descuido. Temía que cualquier accidente pudiera herir a Yesenia. Era su preciosa hija, y no soportaba que sufriera ni el más mínimo daño.
Justo cuando estaba completamente concentrado en Yesenia, de repente sintió una pequeña mano que le quitaba el tubo de respiración. Javier pensó que Yesenia lo había hecho por accidente, y rápidamente extendió la mano para recuperarlo. Pero Yesenia lo sostuvo firmemente en su pecho, negándose a devolvérselo. Los ojos de Javier se agrandaron por la sorpresa, y por un instante olvidó que estaba bajo el agua. Instintivamente abrió la boca,
“Yessie…”
Al hacerlo, una gran cantidad de agua entró en su boca, y su pecho sintió que iba a explotar. Javier cerró la boca de inmediato. En ese momento, comprendió de repente lo que Yesenia estaba haciendo. Javier agarró el brazo de Yesenia, intentando recuperar el tubo de respiración. Pero Yesenia lo sujetaba con fuerza, negándose a soltarlo. Sin embargo, siendo solo una niña, la diferencia de fuerza con un adulto era notable. Al ver que no podría mantenerlo, Yesenia usó su otra mano para sostener su propio tubo de respiración.
Mirando a Javier, su intención era clara: si él intentaba quitarle el tubo, ella quitaría el suyo. Solo tenía siete años, ¿cómo podía saber que estaba usando su propia vida para amenazarlo? Era evidente que Zulma le había enseñado eso. Madre e hija se habían unido con la intención de acabar con él. En ese momento, el corazón de Javier dolía intensamente. Observando a su hija, a quien amaba como a un tesoro, su pecho se agitó violentamente, y el aliento que había estado conteniendo se liberó de repente.
La gran mano que apretaba a Yesenia aflojó su agarre de repente. Su cuerpo comenzó a
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hundirse. Yesenia, recordando las instrucciones de Zulma, soltó su mano.
Habiendo completado la tarea que su madre le dio, no volvió a mirar a Javier. Sin dudarlo, como en los juegos anteriores de buceo, comenzó a ascender lentamente. Yesenia no era ajena a la muerte. Sabía que si Pilar estaba muerta, nadie más le quitaría a su padre. Si este hombre que decía ser su padre moría, no volvería a molestarla, y solo tendría a Adolfo como su padre. Por eso, ¡que Javier muriera era lo mejor!
