Capítulo 381
Las palabras de Javier resonaron como un trueno en un cielo despejado, sacudiendo el cuerpo de Adolfo. Él levantó la mirada abruptamente hacia Javier, con una mirada helada: “¿Qué dijiste?” Por la conmoción, sus brazos que sostenían a Zulma se aflojaron. Zulma, quien acababa de ser levantada del suelo, cayó nuevamente de manera desastrosa. “¡Ah!” exclamó ella de dolor, intentando atraer la atención de Adolfo de vuelta hacia ella. Pero Adolfo no le prestó atención en absoluto.
Al ver esto, Zulma no se preocupó por el dolor. Se sentó en el suelo, con la cabeza baja, sus hombros temblando incesantemente. Al no poder ver su expresión, era difícil discernir si estaba asustada por las revelaciones de Javier o por algo más. Momentos después, levantó la cabeza de repente, con los ojos enrojecidos mirando a Javier, lágrimas amenazando con caer, mientras gritaba con furia y dolor: “Javier, me estás calumniando, ¿por qué quieres dañarme así?” Lo miro fijamente. Había una especie de complicidad en su mirada que solo ellos dos comprendían. Zulma estaba apostando, apostando por los sentimientos de Javier hacia ella. Él la amaba tanto. Debería ser incapaz de lastimarla.
Javier entendió la señal que Zulma le enviaba con la mirada y la observó profundamente. Sus emociones eran extremadamente complejas. La conocía desde que tenía dieciséis años. Ya habían pasado diez años. Durante esos diez años juntos, los momentos compartidos pasaban uno tras otro en su mente. Desde que ella lo empujó audazmente contra la pared, rodeó su cuello y le ofreció sus labios preguntando: “¿Quieres besarme?” Así fue como le dio su primer beso. Después, incluso quiso entregarse por completo a él. Pero él realmente la amaba, y como era muy joven, no lo aceptó.
Hasta que cumplió dieciocho, en su cumpleaños, se entregó a él como regalo de cumpleaños. Esa noche, su corazón estaba en llamas, sintiéndose el hombre más afortunado del mundo. Por ella, estaba dispuesto a morir. Luego, cuando quedó embarazada, estaba eufórico. Ella quería abortar, diciendo que era muy joven. Pero cuando fueron al hospital, no pudieron hacerlo. Así que decidieron tener al bebé, pero ella discutió con él, diciendo que no quería que su hijo tuviera una vida sin oportunidades. Por eso, él accedió a su plan de hacer pasar al bebé como hijo de Adolfo. Una vez que naciera el niño, no solo él estaría bien, sino que ellos también tendrían estabilidad económica.
La acompañó al extranjero para tener a Yessie. Esa mujer ocupaba el lugar más importante en su vida. No olvidó la promesa que le hizo la noche que ella se entregó a él por primera vez, prometiendo que solo tendría una mujer en su vida. Sería siempre fiel, cuidándola,
protegiéndola, amándola, sin traicionarla ni lastimarla. Él no olvidó su promesa. Tampoco quería dañarla. Pero…
Pensó en cómo trataba a Yessie. Pensó en su hija, que, a pesar de ser maltratada, defendía a Zulma, obedeciéndola ciegamente hasta el punto de matar. Aceptó que su amor había sido traicionado. Pero Yessie solo tenía siete años, y si seguía con ella, siendo manipulada así, estaría perdida. No podía quedarse de brazos cruzados viendo a su hija ser destruida. Tenía que revelar la verdadera naturaleza de Zulma para que Adolfo la despreciara, solo así podría recuperar a Yessie.
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Capitulo 381
Por Yessie, Javier reprimió el dolor en su corazón, endureció su voluntad y apartó la mirada de Zulma, volviendo a enfocarse en Adolfo, y con una voz firme dijo: “Digo que la muerte de Pilar no fue un accidente, fue Zulma quien la mató intencionalmente.”
“¡Javier!” Los ojos de Zulma se llenaron de ira y dolor, no podía creer que Javier realmente fuera tan despiadado con ella. Él le había prometido que nunca la lastimaría.
“¡Zulma Cuevas!” Adolfo de repente exclamó con fuerza. Era la primera vez que la llamaba por su nombre completo, y los labios de Zulma temblaron mientras giraba hacia Adolfo, encontrándose con su mirada. La duda en sus ojos la aterrorizó.
“Adolfo…” Zulma susurró, mientras lágrimas grandes rodaban de sus ojos, tratando de despertar la compasión de Adolfo. Pero él solo la miró con frialdad. Una mirada que la hizo temblar hasta los huesos. Ella tenía muy claro que, desde que Adolfo se enteró hace dos años que había malinterpretado a Verónica, se había arrepentido profundamente de haber tratado mal a Pilar, esa niña que tanto despreciaba. Sentía que le debía demasiado a aquella niña, y su muerte le impedía compensar esa deuda, acumulándose en el fondo de su corazón.
Durante estos dos años, en innumerables noches, Adolfo había ido a la tumba de la niña y se había sentado allí toda la noche. Cada vez que veía cosas de niñas pequeñas, pensaba en ella. Siempre compraba primero las cosas en tonos rosa y azul que a la niña le habrían gustado, eligiéndolas con cuidado. Durante estos dos años, había llenado el Hogar de la Harmonía con ellas. El tiempo no le había hecho olvidar a la niña, sino que, al contrario, a medida que pasaba el tiempo, su presencia en su corazón se hacía más fuerte. Si Adolfo descubriera que había sido ella quien maliciosamente robó el órgano y provocó la muerte de Pilar, aunque Adolfo lo dejara pasar por ser ella Zuly, esa espina clavada entre ellos les impediría estar juntos. Todo su esfuerzo y manipulación terminarían en nada. ¿Cómo no iba a estar angustiada?
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