Capítulo 421
“¡El jade no es de Zulma, ella solo lo encontró! ¡Desde el principio te equivocaste de persona!”
Verónica miraba furiosamente al hombre frente a ella, quien se volvía un tonto en cuanto se trataba de Zulma.
Si no fuera por su madre, por su abuela y por Pilar, y por no querer que Adolfo, cegado por la ilusión de su amor de juventud, defendiera sin razón a Zulma, ella no estaría hablando con él.
Él podía seguir considerando a Zulma como su gran amor si quería, ja ella no le importaba en absoluto.
Adolfo miró a Verónica, cuyos ojos estaban llenos de ira, y su mente se quedó en blanco por un
momento.
¿Qué estaba diciendo ella? ¿Cómo era posible que Zulma no fuera Zuly?
No solo tenía el jade que él le había dado a Zuly, sino que también conocía detalles de su pasado juntos. ¿Cómo podría ser falso?
Pero al mirar a Verónica, viendo sus ojos llenos de furia, no pudo evitar preguntar: “¿Si no es Zulma, entonces quién es?”
“Verónica, ¿qué quieres de mí para dejarme en paz?”
Zulma apareció de repente en la puerta, con los ojos llorosos, interrumpiendo lo que Verónica estaba a punto de decir.
“Primero sobornaste a Javier para incriminarme y hacer que Adolfo me malinterpretara. Al fallar, ahora inventas rumores ante Adolfo diciendo que no soy Zuly. ¿Qué es lo que realmente quieres? Dices que no soy Zuly, ¿entonces quién? ¿Tú?”
Al ver a Zulma, el odio en los ojos de Verónica se intensificó.
¡Llegó en el momento justo!
Esa mujer era realmente malvada. Para lograr sus objetivos, no se detenía ante nada. Las vidas humanas eran como insectos para ella.
De repente, se abalanzó y agarró a Zulma por el cabello, tirándola de la silla de ruedas. En ese momento, parecía tener una fuerza infinita.
Con un fuerte golpe, la estrelló contra la puerta de la habitación.
Mientras Zulma se tambaleaba, Verónica rápidamente levantó la mano.
“¡Paf!”
“¡Paf!”
Varios bofetones consecutivos resonaron en el rostro de Zulma. Parecía un demonio del infierno, apretando su cuello contra la puerta de la habitación.
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Capítulo 421
“¿No soy yo? ¿Entonces eres tú? Zulma, ¿te has convencido a ti misma de ser Zuly?”
Pensando en cómo Zulma había usurpado su identidad para ganarse el favor de Adolfo. Aunque era una impostora, había usado su identidad para causar tanto daño a Pilar. Y aún en aquel momento, Zulma seguía libre, y su Pilar no podía descansar en paz.
Al pensarlo, Verónica deseaba triturar a Zulma.
¡Merecía morir!
El deseo de matar en los ojos de Verónica se hizo evidente. Sus dedos se cerraron rápidamente,
y Zulma comenzó a tener problemas para respirar. La sensación de asfixia era terrible, pero en su corazón, no había miedo.
Adolfo estaba presente, no permitiría que Verónica la lastimara. Cuanto más la dañara Verónica, más Adolfo la protegería.
Zulma, con expresión de dolor, miró a Adolfo y susurró con dificultad una súplica de ayuda, “Adolfo, ayúdame…”
Adolfo salió de su aturdimiento al escuchar las palabras de Verónica: “¿No soy yo, entonces
eres tú?”
Se acercó rápidamente y agarró la mano de Verónica, “¡Vero!”
Si no la detenía, Vero realmente planeaba asfixiar a Zulma.
Verónica no soltaba. Seguía apretando los dedos. Realmente deseaba asfixiar a Zulma.
Pero su fuerza no podía competir con la de Adolfo. Finalmente, Adolfo logró apartar su mano con fuerza, y el cuerpo de Zulma se deslizó por la puerta de la habitación.
Adolfo, temiendo que Verónica actuara impulsivamente de nuevo, se interpuso entre Zulma y ella. Mirando a Verónica, quien aún estaba fuera de sí por la ira, dijo con voz firme: “Vero, no podemos condenar a Zulma solo por lo que dice una cuidadora…”
“¡Paf!”
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