Capítulo 441
En el hospital.
Adolfo condujo a toda velocidad hasta llegar al hospital. Fuera de la sala de emergencias, Zulma estaba sentada en una silla de ruedas, llorando desconsoladamente. Al ver a Adolfo, más lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, y con la voz entrecortada, llamó, “Adolfo…”
Adolfo, con el rostro lleno de preocupación, se acercó y preguntó: “¿No estaba bien Yessie esta tarde? ¿Cómo es que de repente está en estado crítico?”
“No lo sé, Yessie estaba bien antes de dormir. A medianoche, de repente tuvo fiebre alta, su ritmo cardíaco bajó, y llamé al médico de inmediato. El médico dijo que Yessie estaba en estado crítico y me pidió que firmara… No me atreví a firmar… tengo miedo de que algo malo le suceda a mi Yessie…”
Zulma hablaba de manera inconexa.
“Yessie estará bien.” Adolfo le dio unas palmaditas reconfortantes en la espalda a Zulma. Sin embargo, sus ojos, al mirar la puerta de la sala de emergencias, estaban llenos de preocupación. Él también temía por Yessie. Ya había perdido a su hija Pilar y no quería perder también a Yessie. Zulma aprovechó para acurrucarse en el pecho de Adolfo.
No sabían cuánto tiempo había pasado cuando finalmente la puerta de la sala de emergencias se abrió desde adentro. Adolfo avanzó rápidamente. Zulma lo siguió de cerca. Ambos preguntaron al unísono: “Doctor, ¿cómo está Yessie?”
El médico, con un semblante muy serio, dijo con tono grave: “La situación de Yessie no es alentadora. Antes tenía tiempo para esperar, pero esta fiebre ha empeorado su condición. No puede esperar mucho más; necesita una cirugía lo antes posible. A lo sumo, puede esperar una semana.”
Cuanto peor es la condición del paciente, menos tiempo puede esperar. Por eso, los familiares del paciente siempre cuidan al paciente con sumo cuidado, por miedo a que se infecte, desarrolle complicaciones y empeore su condición.
“Es mi culpa por no cuidar bien de Yessie, todo es mi culpa.”
Al escuchar que la condición de Yesenia había empeorado y que no había mucho tiempo, Zulma perdió completamente el control emocional. Con un rostro lleno de culpa, levantó la mano y se dio una bofetada.
“¡Zulma!”
Adolfo detuvo su mano antes de que pudiera golpearse de nuevo.
“Adolfo…”
Zulma, desbordada, apretó la mano de Adolfo, “¿Qué haremos con Yessie? Solo queda una
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semana, Adolfo, por favor, piensa en algo. Ya no tengo a nadie más que a Yessie, mi única hija. Ella es lo más importante en mi vida, realmente no puede pasarle nada, o yo tampoco podré seguir…”
“Yessie estará bien, encontraré un donante de riñón rápidamente.” Adolfo habló con firmeza, mientras sacaba su teléfono y se apartaba para comenzar a hacer llamadas de inmediato. Utilizaba sus contactos para ver si alguien se ofrecía a ir al hospital y hacerse una prueba de compatibilidad.
Zulma, sentada en la silla de ruedas, apenas podía contener su tristeza. Yessie estaba en una situación tan crítica. El riñón de Ramón estaba allí, listo para ser trasplantado a Yessie, pero Adolfo no tomaba la iniciativa de hablar sobre eso. ¿Tenía tanto miedo de que la maldita Verónica sufriera? Claramente, ella era su amor verdadero, la persona que él más amaba. Pero, ¿por qué su lugar había sido lentamente ocupado por esa maldita Verónica?
Adolfo estaba a mitad de una llamada cuando Yesenia fue sacada de la sala. La chica yacía en la cama blanca, sin un ápice de color en su rostro. Zulma, llena de dolor, tomó su mano, mientras las lágrimas caían sin parar. Yesenia estaba muy débil, se sentía muy mal. Pero no olvidó lo que Zulma le había enseñado a decir.
“Papá…”
Esa palabra hizo que Adolfo colgara de inmediato y se acercara rápidamente.
“Yessie.”
Al ver el aspecto pálido y débil de Yesenia, la preocupación llenó los ojos de Adolfo, quien de inmediato tomó su otra mano. “Papá está aquí, no pasa nada, Yessie, no tengas miedo.”
“Papá, lo siento por haberte preocupado.”
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