Capítulo 460
Al ver a Adolfo aparecer junto a Ramón, Zulma solo podía preguntarse cómo había llegado Adolfo hasta allí. ¿Cuándo había llegado? ¿Había escuchado la conversación que tuvo con
Verónica?
Zulma no estaba segura. No se atrevió a hablar de inmediato, sino que rápidamente preparó sus emociones. Levantó ligeramente la cabeza, exponiendo su rostro, golpeado y enrojecido por Verónica, a la vista de Adolfo. Sus ojos se llenaron rápidamente de lágrimas, intentando ganarse su simpatía y compasión, y con una voz lastimosa dijo: “Adolfo…”
En cuanto su voz se desvaneció, las lágrimas comenzaron a caer. Tan vulnerable. Tan digna de lástima. Era experta en fingir debilidad, y sabía que Adolfo siempre caía en sus juegos. En su corazón, Adolfo sentía que le debía algo, y no soportaba verla sufrir. Y efectivamente, en el instante en que vio caer sus lágrimas, Adolfo se acercó y caminó directamente hacia ella.
Zulma sintió júbilo en su interior, pero su expresión se hizo aún más lamentable. Sabía que en el corazón de Adolfo, ella todavía tenía una posición que Verónica no podía desplazar. Con solo llorar, Adolfo no podía evitar compadecerse. Sin embargo, no hubo el consuelo lleno de ternura que ella esperaba; su corazón se hundió. A través de sus lágrimas, trató de descifrar los pensamientos de Adolfo a través de su expresión.
“Adolfo, Verónica me golpeó muy fuerte.” Zulma habló de nuevo, su voz cada vez más llena de pesar. Temblorosa, extendió la mano, intentando alcanzar la de Adolfo.
Pero falló. Adolfo evitó su mano, y Zulma perdió el equilibrio, cayendo de la silla de ruedas, justo a sus pies.
Adolfo no la ayudó a levantarse, cerró los ojos, sintiendo una ineludible decepción hacia Zulma. Su Zuly, ¿cómo había llegado a esto? Nunca la culpó por la traición emocional. Cuando se separaron, Zuly era muy joven. Pero, ¿qué acababa de oír?
“Adolfo, ¿lo ves ahora? ¿Te das cuenta de en qué clase de persona malvada has depositado tu amor ciego todos estos años?”
Ramón, todavía vestido con el uniforme del hospital, llevaba una chaqueta sobre él. Siguió a Adolfo al entrar, y mientras Adolfo se dirigía hacia Zulma, Ramón se colocó al lado de Verónica, observando la escena con frialdad. Conocía a Verónica desde hacía años, eran las personas en quienes más confiaban el uno en el otro, y se entendían mejor que nadie. Sabía que Verónica ya había perdido toda esperanza en Adolfo. Por eso, no planeó que Adolfo estuviera presente cuando trató de sonsacar a Zulma. Pero quería que Adolfo escuchara con sus propios oídos cuán malvada era la mujer que había amado y mimado durante tantos años. ¡Cuán tonto y engañado había sido! Durante tanto tiempo, había sido manipulado por una mujer llena de mentiras. Por ello, había lastimado profundamente a Verónica y a Pilar. Adolfo debía darse cuenta de lo equivocado que había estado, y cuánto le debía a Vero y a Pilar. Sufrir por el resto de su vida.
Por eso no le dijo a Verónica que había llamado a Adolfo por su cuenta.
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Al escuchar las palabras de Ramón, Zulma se encontró con la mirada decepcionada de Adolfo. Ahora estaba segura de que Adolfo había escuchado toda la conversación que tuvo con Veronica
La expresión de Zulma fingiendo pena no cambió, las lágrimas caían aún más intensamente, cubriendose la cara en un gesto de completa desesperación, llorando como si no pudiera enfrentar a Adolfo: “Adolfo, no me mires asi, estás desgarrando mi corazón. Otros pueden malinterpretarme, pero tú no puedes. Sabes que no soy así. Lo que dije a Verónica fue porque me acorraló Verónica vino de repente y sin mediar palabra, me golpeó así.”
Zulma levantó la cabeza de nuevo, mostrando una vez más su rostro hinchado y enrojecido a Adolfo, con un llanto lleno de tristeza. “Tengo las piernas paralizadas, no puedo defenderme. Mira mi cara, Verónica realmente me golpeó con fuerza. Estaba tan dolido, tan enojado, que por un momento perdi la cabeza y dije esas palabras. Esa no era mi verdadera intención, me siento culpable por haber lastimado a Ramón y arruinar sus sueños, pero no tenía otra opción. Sabes bien que Yessie es mi vida. Yessie apenas tiene siete años, su vida apenas comienza. Está en peligro, y sin un riñón compatible, podría morir en cualquier momento. No entiendes cuánto me duele verla sufrir cada día por su enfermedad. Cada minuto y cada segundo son un tormento para mí. Cuando el Dr. Castro me dijo que había encontrado un donante compatible, estaba tan feliz. Pero tú sabías que el donante era Ramón, y aun así dudaste. Si tú no hubieras ido a contárselo a Verónica, ¿cómo habríamos llegado a esto?”
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