Capítulo 8
Por la noche, Margarita acababa de llegar a casa cuando recibió una llamada de Raúl desde el hospital.
-Margarita, lo siento mucho… Sofía no se siente bien y necesita quedarse unos días más en el hospital.
Su hermano me pidió que la cuidara, no puedo fallarle. Estaré con ella en el hospital estos días, así que no podré volver contigo.
La voz de Margarita no se perturbó.–No importa, quédate con ella.
Raúl, de ahora en adelante, siempre podrás quedarte con ella.
Faltaban ya tan solo tres días para su partida.
De repente, Sofía le envió un video a Margarita.
En la grabación, el escenario era el mismo de la fiesta de cumpleaños. Sofía llevaba un vestido de princesa y una corona en la cabeza, estaba parada en el centro de la sala, rodeada de montones de regalos.
Raúl la abrazó por detrás y le dio un beso cariñoso en el lóbulo de la oreja. Feliz cumpleaños, mi princesa. ¿Cuál es tu deseo?
Sofía levantó la barbilla con arrogancia.–Quiero ser como Margarita. No importa qué deseo pida, ¡tienes que cumplirmelo!
Raúl le pellizcó la nariz con ternura.–Está bien, concederé todos los deseos de nuestra pequeña princesa.
Margarita no respondió. Solo guardó el video en silencio y salió de casa.
Tomó la hoja en blanco firmada por Raúl y se fue directo a la oficina de abogados.
Señorita Margarita, el acuerdo de divorcio ya está listo. Solo debe firmar aquí y su matrimonio quedará disuelto para siempre.
Margarita confirmó sin dudar y firmó con su nombre.
A partir de ese momento, ella y Raúl fueron completos desconocidos.
Faltaban dos días para su partida.
Sofía volvió a enviarle un video a Margarita.
En la grabación, Raúl apoyaba con cuidado el oído sobre el vientre de Sofía.
Sofía sonrió con malicia.–El bebé solo tiene tres meses, ¿qué crees que puedes oir?
Capitulo E
Pero Raúl, con total seriedad, respondió: -Lo escuché llamarme papá.
Sofía se echó a reir con satisfacción y bajó un poco su camisón.–El bebé aún no puede hablar, pero si quieres escucharlo, puedo complacerte… papi,
En ese instante, la nuez de Adán de Raúl se movib y, sin decir nada, la empujó contra la cama.
Segundos después, la cama comenzó a moverse con fuerza, golpeando con fuerza contra la pared una y otra vez.
-Raul… no, no así… ¡No me levantes de esa maneral
La voz de Raúl sonó baja y ronca.–Tú me llamaste papi, ¿no? Asi es como un padre sostiene a su niña buena….
Margarita tampoco respondió esta vez. Solo hizo una llamada a su abogado y vendió todas las acciones que Raúl le había regalado.
Luego, fue al banco, retiró parte del dinero y lo cambió en moneda extranjera.
El dia de su partida, Margarita se levantó temprano.
Tenia tres cosas que hacer.
La primera: reunió todos los regalos que Raúl le había dado a lo largo de los años y los regaló a los empleados de la mansión.
Los empleados estaban felices pero confundidos, ya que esos obsequios eran de un gran valor.
Margarita, sin embargo, sonrió con alivio.–Desde no hace mucho he estado muy feliz y quiero compartir mi alegría con ustedes. No se preocupen, acéptenlos sin remordimientos.
-Además, hoy no hace falta limpiar la mansión, ni cocinar, ni regar las flores. Tienen el día
libre.
Los empleados, emocionados ante tanta generosidad, la agradecieron muchas veces antes de marcharse con las manos llenas de regalos.
La segunda: recopiló todos los mensajes, videos y grabaciones provocadoras que Sofía le había
enviado.
Los mensajes los imprimió un millón de veces y los esparció por toda la ciudad con drones.
Los videos los proyectó en las pantallas publicitarias del centro de la ciudad, en una transmisión ininterrumpid
Las grabaciones las hizo sonar en la plaza pública con diez mil altavoces, reproduciéndolas.
La tercera: empacó todo su equipaje y dejó el acta de divorcio sobre la mesa.
En ese momento, su celular sonó. Era Raúl
Su voz fue tan gentil como siempre.–Margarita ya casi termino aquí. Cuando acabe, volveré contigo.
Margarita respondió con calma: -Justo te tengo una sorpresa preparada.
Raúl sonrió, emocionado.–¿En serio? ¿Qué sorpresa me preparaste, Margarita?
Margarita mantuvo su tono relajado.–Cuando regreses, lo verás con tus propios ojos.
Tal vez, si ibas en camino y el tiempo coincidía con lo planeado, podrías verlo antes…
Los mensajes. Los videos. Las grabaciones.
Raúl colgó con la falsa ilusión de recibir una gran sorpresa. Margarita, en cambio, tomó su maleta y salió de la casa sin mirar atrás.
En el camino, se encontró con algunos vecinos.
La saludaron con aprecio.–¡Margarita! ¿Te vas de viaje?
Ella asintió con una sonrisa de oreja a oreja. Sí, me voy de viaje por una temporada.
Solo que esta vez, no volvería jamás.
–
El sol brillaba con intensidad aquel día. Margarita, con su maleta en la mano, subió sin dudar al carro que la llevaría al aeropuerto…
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